A pesar de las constantes cumbres latinoamericanas en que los presidentes firman compromisos de solidaridad regional y acuerdan ambiciosos planes de integración, el brote de gripe porcina ha abierto una brecha en las relaciones latinoamericanas.
El gobierno mexicano ha protestado con inusual dureza ante la decisión de Cuba, Argentina, Ecuador y Perú de suspender los vuelos directos desde ese país a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió esta semana que no hay razones para restringir los vuelos de países afectados por la gripe porcina.
"¿Cómo se explica que países latinoamericanos que tienen relativamente poco tráfico con México hayan suspendido los vuelos directos desde México, cuando Estados Unidos -que comparte con México una frontera de más de 3.000 kilómetros que es cruzada anualmente por unos 20 millones de personas- no ha tomado una medida semejante?", preguntan funcionarios mexicanos.
Aunque el gobierno de Estados Unidos emitió el 27 de abril una alerta aconsejándoles a los estadounidenses que se abstuvieran de realizar viajes no indispensables a México, el gobierno de Obama no suspendió los vuelos directos desde México. En comparación, países como Cuba y la Argentina suspendieron todos los vuelos desde y hacia ese país y aplicaron medidas de control extraordinarias con los pasajeros provenientes de México vía terceros países.
El sábado, cuando llegué al aeropuerto internacional de Buenos Aires, tuve la sensación de estar en un país al borde de una catástrofe sanitaria. Antes de descender del avión, todos los pasajeros debimos completar un formulario donde se nos preguntaba qué países habíamos visitado en los últimos diez días y si teníamos algunos de los síntomas propios de la gripe.
Ya fuera del avión, un funcionario de salud -que como todos los demás empleados del aeropuerto tenía una máscara que le cubría la cara- recogía los formularios e interrogaba a cada pasajero mientras una cámara filmaba a los recién llegados. Al advertir que yo había marcado en mi planilla síntomas de "tos" y "resfrío", el funcionario me preguntó si había tenido fiebre. Respondí que no y me permitieron entrar al país.
El presidente mexicano Felipe Calderón se quejó hace unos días de las "medidas vejatorias o discriminatorias emprendidas por varios países contra los mexicanos", mientras que otros funcionarios mexicanos criticaron la decisión de Argentina de enviar a México un avión para repatriar a los 218 ciudadanos argentinos varados en ese país.
Entre otras cosas, los funcionarios mexicanos señalan que mientras que Argentina permite el arribo de viajeros de México que llegan por American Airlines, LAN Chile o Copa con escalas en Miami, Santiago de Chile o Panamá respectivamente, el gobierno argentino ha suspendido los vuelos directos de Aeroméxico y Mexicana.
"No tiene ningún sentido -me dijo el cónsul mexicano Juan Manuel Ponce-. Primero, la OMS ha manifestado que el flujo de viajeros internacionales no impide el contagio. Segundo, permitir la llegada de pasajeros de México vía terceros países es difícil de explicar, porque se trata de los mismos pasajeros".
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami