Lunes 04 de Mayo de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Cultura y Espectaculos
EN CLAVE DE Y: Virus y después

Cada vez que los observaba desde la ventana, retrocedía despacito, y esperaba que los insistentes batir de palmas se fueran para la casa de al lado. Ahora, no estoy muy segura de tanta intolerancia: con los últimos y penúltimos acontecimientos a la vista, quizás no debiera haber desalentado, sistemáticamente, a esos grupos alertando sobre el fin del mundo.

Eso no evitaba que me dejaran, mientras se iban yendo sus figuras vestidas de oscuro y sus zapatos recios -claro, vaya usted a recorrerse la ciudad con elegantes tacos-, unos panfletos increíblemente aterradores. Es inútil: no puedo tener un papel en las manos y no leerlo. Así sea esas pavadas que reparten en las esquinas propagandizando academias, formas de ganar una fortuna en dos semanas y de adelgazar en tres.

De modo que ahí estaba, mirando esas ilustraciones espantosas de diablos alados y subterráneos abalanzándose sobre los pecadores; volcanes y terremotos, mares tremebundos, mientras arriba, muy arriba, se empezaban a abrir unas nubes para nada tranquilizadoras. ¡LLEGA EL DÍA, ARREPIÉNTETE, JESÚS VIENE A JUZGAR AL HOMBRE!

No sé bien de qué me tengo que arrepentir, pero eso no quita que, y vea la lista, calentamiento global, huracanes superando toda gradación, tsunamis y maremotos, terremotos y... ¡los virus! Apenas estábamos aprendiendo a no dejar tachos con agua, a advertir síntomas tales y cuales, a limpiar todo, a constatar que provincias enteras están muy lejos de la justicia distributiva, que tantos muertos, que no hay vacuna, que ¡es el dengue!, de la mano, mejor dicho la picadura de un mosquito, cuando desde el norte llega la gripe porcina. Otro pequeño ser, éste ya saltiqueando de humano a humano, mutando, burlándose de fronteras, invadiendo a los viajeros de avión, gente que le va mejor que a una y se va de turista y de repente... adiós paisajes, ruinas, trayectorias pagadas durante meses, y aparecen barbijos y más instrucciones y titulares catástrofes y el alerta cinco, ¿o ya estamos en el seis?

Me gustan los documentales de los seres microscópicos, esos que desafían nuestro imaginario del poder, según el cual quien lo detenta tiene las apariencias del poder, es decir, ser grande. Grande en tamaño, grande en armamentos, grande en información, una suerte de Gran Hermano mundial o autóctono... Estos bichejos, que a medida que avanza el conocimiento del mundo micro van borrando la frontera entre la vida y la no vida, según las antiguas categorías griegas; que no tienen todas las condiciones pero ahí están, comiéndose las capas protectoras de las células, invadiendo, cambiando, con un nivel de agresividad que ya quisieran algunos cráneos que trabajan para los conglomerados militares. O que inventaron ellos, en algunos casos, ¿o no es eso la guerra biológica?

Bueno, mientras esta gente que separa la ciencia de sus consecuencias -separación que no hacen sus mandantes- se deleita fabricando enfermedades, ellos, los virus y bacterias, solitas, van haciendo lo suyo. Desafían remedios y vacunas, conjuros y oraciones. Mutan. Si esto no es poder... Y ni siquiera son horribles, como los escarnecidos piojos. Tienen cierto aire de arte moderno: una forma geométrica móvil y coloreados suaves; sí, casi agradables.

Son peligrosos, casi tanto como ciertos comunicadores televisivos, a los cuales he visto, indignada, cómo pinchaban -qué digo, arponeaban- a sus fatigados movileros para que le arrancaran a la mina que llegó de México si sintió algo, si tuvo un poco de tos, ¡tuvo tos, entonces!, y resfríos, ¡también!, y ¿no tiene miedo?, y la mina, o el tipo, tratando de responder algo a través del barbijo que deje contento al chico y el chico que deje contento al conductor y el conductor que deje contento al canal y al rating... Sí, ¡ARREPIÉNTETE! Esto puede ser el fin del mundo. La subespecie humana parecería que no merece el título de Reina de la Creación con que se autodefinió allá lejos y hace tiempo. Otros pequeñitos, que están desde antes y que, parece, estarán después, están disputando el cetro.

 

MARÍA EMILIA SALTO

bebasalto@hotmail.com

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