Domingo 03 de Mayo de 2009 Edicion impresa pag. > Cultura y Espectaculos
 El vértigo y la belleza conquistan Cipolletti
La danza aérea de “Fuera de órbita” no defraudó al público.
CIPOLLETTI (AC).- Dos esferas iluminadas con una mujer dentro de cada una de ellas empezaron a descender suavamente hasta que se desplomaron. Era la representación del nacimiento. La primera coreografía de un espectáculo que anoche cautivó, impactó, a cientos y cientos de personas.“Fuera de órbita” no defraudó. En poco más de media hora mantuvo expectante a la gente que se agolpó no sólo en la esquina de Villegas e Yrigoyen sino a lo largo de dos cuadras de esta última calle. Todos querían observar de cerca un show de danza aérea único en la Patagonia.La pared lateral del edificio municipal se convirtió en un escenario ideal para que los bailarines suspendidos en arneses dieran muestra de su destreza.La compañía creada para este espectáculo se bautizó “Elevé danza vertical”. La obra fue interpretada por ocho bailarines y actores que venían “De la Guarda” y “Fuerza Bruta”. Pero hubo detrás de ellos decenas de técnicos haciéndose cargo del sonido, iluminación, seguridad y montaje.La calle Yrigoyen fue cortada al tránsito horas antes del evento porque se armó allí, muy cerca de la puerta de acceso al municipio, un escenario para el cuarteto de cuerdas. Los músicos de la orquesta sinfónica de Neuquén acompañaron algunos tramos y le dieron un toque especial a la obra.La magia empezó cerca de las 22, una media hora después de lo anunciado y ante impacientes aplausos.Al nacimiento, le siguió la niñez. Bailarinas, representando a dos niñas, descendieron de la fachada del edificio con globos en la espalda. Los dejaron caer y comenzaron a realizar carreras sobre la pared, saltos, piruetas.La adolescencia, “la pensamos como una etapa de vértigo, de cambio”, describía poco antes del show, Horacio Olano, el cipoleño que diseñó y dirigió “Fuera de órbita”. Esta etapa fue representada por los únicos dos hombres del staf de bailarines. Ambos se desplomaron desde la terraza del edificio. Fue una caída libre de unos 12 metros seguida de coreografías verticales. Descendió entonces una violinista vestida de blanco y sonó en vivo “Por una cabeza” de Gardel.Luego, en la adultez, dos bailarinas bajaron la fachada del edificio con abrazos, que iban simbolizando “un camino de rutina”. Una rutina que se quebró cuando aparecieron dos personas de rojo, que simbolizaban “el caos”. Bajaron gritando y corriendo.La última coreografía, realizada por dos parejas, tuvo música clásica en vivo. Y representó una historia de amor. Un final que pretendía dejar “una buena sensación a todos”. Y lo logró.Fueron representadas las diferentes etapas de la vida: nacimiento, niñez, adolescencia, adultez y un broche de oro, con el amor.
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