| El artista misionero Chango Spasiuk llega a su octavo y flamante disco “Pynandí-Los Descalzos” para entregar un testimonio de subyugante belleza que, partiendo de la música litoraleña, se pone en comunicación con otros sonidos y texturas.Dueño de una madurez expresiva que le permite componer y ejecutar un repertorio que va de lo regional a lo planetario y de la tradición a la vanguardia, el creador construyó una obra fantástica que le permitió unirse a un elenco notable.Los aportes de Sebastián Villalba (guitarra y voz), Marcos Villalba (percusión y guitarra), Víctor Renaudeau (violín), Heleen De Jong (chelo), Juan Pablo Navarro (contrabajo) y Alejandro Oliva (percusión) dotan al repertorio reunido de una solidez que permite el alto vuelo.Para sumar elementos esenciales a la musicalidad del material producido por Bob Telson que dirigió el propio Chango y contó con aportes de Popi Spatocco y los músicos participantes, se integran invitados de peso como el joven guitarrista chaqueño Marcelo Dellamea, Tilo Escobar (acordeón de botones), Héctor Chávez (voz) y Pablo López (violín barroco de 1791).La placa se inaugura con dos sentidas piezas propias de carácter regional como “Tierra colorada” y “El camino” y estalla, también con su firma, a partir de la “Suite Nordeste” con sus cuatro pequeños y maravillosos movimientos que juegan sin tropiezos con aires clásicos.Ya desatado a un diálogo libre y abierto que nace del chamamé y la polca y se despliega evitando toda frontera, Spasiuk creó y encabeza “Señor O”, “Tristeza” “Interludio Gurí” e “Infancia”.En cada pasaje, las partituras del hacedor no limitan las posibilidades expresivas de su instrumento, el acordeón, pero también permiten que ingrese en fértil diálogo con los demás instrumentos en una amalgama intensa y delicada a la vez.“Viejo caballo alazán” (Héctor y Félix Chávez) y el empalme de “Alvear Orilla (Isaco Abitbol) y “Estancia Santa María” (Modesto Barrios) son clásicos de su tierra abordados desde una relectura en que conocimiento y respeto no anulan el riesgo.El tramo final del registro agrupa a distintos dúos en que la intimidad habilita a otra mirada sobre un concepto que atraviesa la totalidad de “Pynandí...”. “Tío Marcos-Apóstoles” junto a la viola de Renaudeau; el conocido “La ratonera”, de Ernesto Montiel, con Escobar; “Doña Fidencia-Apóstoles”, en yunta con Dellamea; “Panambí” a la par de las guitarras de los Villalba; y “Mejillas coloradas” más el violín barroco de López; son una celebración del encuentro.Para el final y con todo el conjunto a pleno, Spasiuk retoma su probada “La ponzoña” en una versión tan extraña como atrapante que le pone el moño a una producción enteramente disfrutable. (Télam) | |