SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB) - La lonko Lucerinda Cañumil, sus hijos Angel, Claudio y Elva Quiñenao y su yerno Teodoro Gómez rechazaron la denuncia de ursurpación de las "tierras ancestrales" que ocupan en Chenqueniyen.

La comunidad lleva más de un siglo asentada en ese paraje de la Linea Sur, donde llegó a ocupar unas 30.000 hectáreas y sufrió sucesivos despojos que la recluyeron sobre la zona más árida e inhóspita del campo que la Nación le reconoció como reserva.

"Nos sacaron los mejores lugares, se quedaron con los mallines y donde hay agua, hoy no tenemos ni el 50% y somos 48 familias amontonadas en lo que quedó, un campo seco", dijo el werken Claudio Quiñenao.

En junio pasado la comunidad recuperó pacíficamente una fracción de 2.500 hectáreas, donde se mantiene en pie la casa natal de Lucerinda, que fuera alambrada por la familia Mohana.

Esa acción reinvindicatoria le valió una denuncia penal y otra civil a los dirigentes de esa población, imputados de usurpación.

El jueves los imputados, acompañados por representantes de otras comunidades y varias organizaciones sociales de Bariloche, ejercieron su defensa ante el juez Ricardo Calcagno, que subrogó al titular del juzgado 6, Miguel Gaimaro Pozzi.

La abogada del Codeci, Graciela Carriqueo, explicó que "los Mohana alegan que tienen un título de propiedad, que habrá que verlo, nosotros alegamos que tenemos derechos ancestrales sobre esas tierras que son parte de la comunidad indígena, la comunidad las usa y ahí sigue en pie la casa natal de Lucerinda".

Lucerinda Cañumil fue la única que prestó declaración indagatoria y expuso en mapuzungun (lengua mapuche) para luego traducir su relato al español. Así dejó asentado en la causa como su padre, Francisco Cañumil, se radicó en la zona de Chenqueniyen a finales de 1800 y como fue perdiendo los animales y las tierras que le reconoció la Nación.