SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El juicio iniciado al diligenciador judicial Rubén Gunkel y Gumercindo Mendoza por estafa vinculada a negocios inmobiliarios podría derivar en una condena ya que uno de los acusados reconoció haber cometido parte de los delitos que se le imputan.
En la primera audiencia de debate, realizada el jueves pasado, Gunkel admitió haber cobrado $18.000 a una joven pareja para conseguirles un terreno en subasta municipal y no haber reintegrado el dinero a los damnificados cuando la operación pretendida fracasó. Mendoza, que estaba acusado de "convergencia intencional" en la defraudación cometida contra Gustavo Cabezón y Silvina García, se negó a declarar y terminó en una situación más favorable que la de su compañero de causa.
El hecho se remonta a setiembre de 2003. A los dos acusados se les atribuye haber simulado "firmes contactos e influencias" en la Municipalidad que les permitían conseguir "un inmueble en subasta pública u otro con deuda de tasas que, una vez saldada, les permitiría subrogar los derechos municipales y hacerse del terreno".
Tras el primer contacto, Mendoza le cobró a Cabezón $1.800 para asegurar un terreno cuyo remate "era inminente", suma que fue abonada ante el martillero Waldo Coralizzi. Siete meses después, como la subasta "no salía", le requirieron $18.200 para gestionar la compra en comisión de otro inmueble, que no se concretó.
El pago quedó documentado en un recibo donde consta la denominación catastral del lote ofrecido, ubicado en el barrio Melipal.
Gunkel negó haber recibido la seña denunciada por los damnificados, pero admitió que les cobró $18.200 para adquirir otro terreno, "siempre en subasta"aclaró, que "finalmente no salió". También reconoció que no devolvió el dinero y no pudo justificar la apropiación, situación que los jueces entendieron como "un reconocimiento total del hecho" que se le imputa.
A instancias de la fiscalía Gunkel explicó que su trabajo consistía en "conseguir clientes para comprar bienes que estaban en subasta judicial", algo semejante a "un gestor de negocios", y que la mayoría de las operaciones las realizaba con el martillero Wálter Coralizzi.
Influencias
"En ese momento el único que remataba era Coralizzi, el único que tenía las subastas importantes de Bariloche era Coralizzi", sostuvo el diligenciador que negó tener vínculos o "influencias" dentro del municipio. "Eso lo podía tener Coralizzi", dijo. También recordó que la mayoría de los lotes puestos en subasta por el municipio en esos años se concentraban en la zona de Melipal y que el negocio para el comprador era adquirir en remate porque se ahorraba casi un 40% del valor de mercado.
La próxima semana Gunkel deberá afrontar el cierre de este debate y el inicio del juicio al ex-jefe de la Oficina de Mandamientos, Gustavo Llull, previsto para el 6 de mayo, en el que está co-imputado como "partícipe necesario" de los delitos vinculados a la función judicial que ejercía el primero.