AMSTERDAM.- Holanda está de luto tras el fallido atentado del jueves contra la reina Beatriz, que ayer se ha cobrado su sexta víctima mortal, según informó el Ministerio de Defensa.
Se trata de un agente de policía que falleció debido a las graves heridas sufridas en el ataque.
El jueves, durante el desfile del Día de la reina, un conductor arremetió contra la multitud al paso de la familia real y estrelló su vehículo contra un monumento.
En la comitiva real iba la princesa Máxima Zorreguieta, la argentina casada con Guillermo.
El agresor también falleció esa misma noche debido a las heridas.
Sin embargo, la reina Beatriz no quiere desistir de la centenaria tradición que promueve la monarquía holandesa y anunció ayer su intención de volver a participar en actos públicos de inmediato. Será el lunes 4 en Amsterdam, Día de la Conmemoración Nacional de los caídos, y estará acompañada del príncipe Guillermo Alejandro y Máxima.
Un día después, la reina y el príncipe heredero participarán en La Haya en las festividades del Día de la liberación de la ocupación alemana.
Aunque la policía descartó pronto un trasfondo terrorista, en el aire flotan dos preguntas clave: ¿qué habría sucedido si el coche hubiera estado cargado de explosivos? y ¿cómo fue posible que el agresor lograra saltarse los controles de seguridad?
Apenas un metro separaba el monumento contra el que se estrelló del autobús descubierto en que viajaba la familia real.
Para hallar las respuestas y los motivos que llevaron a Karst T. a cometer el atentado, la policía desplegó a 250 agentes.
Además, el alcalde de la localidad de Apeldoorn, donde tuvo lugar la tragedia, anunció ayer que se abrirá otra investigación independiente.
Según la prensa, el hecho sería "el acto desesperado" de un desempleado sin recursos que falleció a raíz de sus heridas, afirmó ayer la prensa local.
Según los medios holandeses, el autor del ataque, habría actuado por "desesperación" tras haber perdido su empleo y haber sido expulsado de su vivienda. "El ataque parece ser el acto desesperado" de un agente de seguridad "que perdió hace poco su empleo", según el periódico cristiano Trouw.
El estupor que causó el ataque lo resumió una mujer de Apeldoorn en cuatro palabras: "Increíble, muda, sinsentido, impotente".
"En Apeldoorn se ha roto una ilusión nacional. La ilusión de la inmunidad de los Orange en el Día de la Reina", lamentó ayer el diario "de Volkskrant". Justo frente al palacio real Het Loo, el orgullo de todo holandés patriota, se pasó en apenas unos segundos del júbilo por la fiesta a "un territorio en guerra, una ciudad como en Cercano Oriente". (AFP/DPA)