Entrampado -"haré lo que mis compañeros me digan", siguió con el camelo antes del congreso del PJ bonaerense-, Néstor Kirchner expuso un audaz planteo táctico en la provincia de Buenos Aires para tratar de contrarrestar la ola anti-K que se está formando desde la capital federal y los distritos agropecuarios y que amenaza extenderse al territorio más poblado y, por ello, determinante a la hora de contar los porotos en la Argentina.
Al levantar y defender Kirchner, para el 28 de junio, las candidaturas "testimoniales" del gobernador Daniel Scioli y los intendentes del segundo cordón -acompañados, quizá , por Nacha Guevara, la actriz que está representando a Eva Perón-, la lógica del 99% de los políticos indica que ya no hay marcha atrás.
Lo dijo metafóricamente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuando aseguró el gobierno no se comportará como el cangrejo, donde ubicó a parte de la contra que, según el relato oficial, pretendería volver a la década del ´90, de "ajuste, empobrecimiento, importaciones y cierre de fuentes de trabajo locales", tal como expresó el secretario general de la CGT, Hugo Moyano.
"A esta altura, hoy por hoy nada indica que vaya a bajarse, pero todavía hay unos días para que los encuestadores buceen sobre la tendencia de los votos y constaten o no, objetivamente, un descenso mayor en las expectativas de los sectores más humildes", razonaron con mucha timidez miembros de la escudería del pingüino.
En rigor, Kirchner se devana los sesos en función de preservar el proyecto estratégico por él inaugurado el 25 de mayo de 2003. En consecuencia, reclama cartel francés. Detrás suyo tratará de encolumnar a todos: Sergio Massa, Florencio Randazzo, Aníbal Fernández, etc., dándole a la elección legislativa un carácter melodramático que, para algunos, bien pudo haberse evitado.
En la vereda de enfrente tendrá, en Buenos Aires, a los justicialistas disidentes que tanto detesta, encabezados por los diputados Francisco De Narváez y Felipe Solá. No es un secreto que esta lista se nutre del apoyo de Eduardo Duhalde, quien aceptó la misión de "llevarse al loco", y de la sociedad labrada con dificultad con el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. Éste prometió colaborar e incluso "prestar" los servicios de Gabriela Michetti, siempre y cuando "no se peronice en exceso la campaña",
Otro frente adverso fue construido por Margarita Stolbizer (quien responde a la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió) junto con el radical Ricardo Alfonsín. Este armado espera la incorporación de intendentes "cobistas" que responden al vicepresidente de la Nación, que trata de disimular su incomodidad por su doble papel (oficialista y opositor al mismo tiempo) y el destrato al que lo tiene acostumbrado "Lilita".
Kirchner es consciente de que la composición parlamentaria a partir de diciembre ya no le será favorable, pero cree que ganando en Buenos Aires evitará el naufragio y tendrá margen para darle continuidad al modelo, apoyado en el más leal, que en esta hora no es otro que Scioli.
En el PJ, saldrán varios a disputarle poder. El que tiene más posibilidades es el senador Carlos Reutemann, a quien las encuestas le están dando más del 50% de intención de voto en Santa Fe. "Lole" habla desde el sentido común y expresa lo que desean escuchar los más pacíficos: estos comicios no son la vida o la muerte.
Para más adelante, Reutemann propone dialogar y salir del esquema de "las exageraciones absolutas". En el peronismo es mirado con simpatía por Juan Schiaretti, de Córdoba, y Jorge Busti, de Entre Ríos. Eso es insuficiente. Su cometido será, en consecuencia, construir nacionalmente, pues hasta aquí prefirió encerrarse en su Santa Fe natal y rechazar los ofrecimientos para competir por la primera magistratura. La semana que pasó desbarató un intento del PRO, que divulgó un presunto acuerdo. No fue contemplativo con Macri y se definió como un dirigente "de centroizquierda, como Lula".
Quien le dio definitivamente la espalda a Kirchner fue el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, al clausurar en su ámbito el Frente para la Victoria. En su reemplazo instauró un frente de integración para captar voluntades independientes que se sienten incómodas con el estilo agresivo de Kirchner.
Los Kirchner, que no son tontos ni proclives a arrojarse al vacío, ya se preparan para el nuevo escenario del 29 de junio. Un gran interrogante es cómo serán los seis meses hasta la efectiva renovación parlamentaria de diciembre. Una difícil transición se avista. Cristina, según pudo saber "Río Negro", protegerá a Scioli sin romper con Reutemann y buscará garantizar la gobernabilidad, recuperando la iniciativa en vísperas de la celebración del Bicentenario.
Parece inevitable, además, un cambio de figuras en el elenco ministerial, algo a lo que no son proclives los Kirchner. Amado Boudou, titular de la Anses, y Martín Redrado, presidente del Banco Central, son aspirantes a ocupar la poltrona del Ministerio de Economía. "A Néstor (quien de hecho maneja las finanzas) habrá que mandarlo como embajador. A Portugal, por ejemplo", recita un gobernador "propio" que considera agotada la manera de ver todo blanco o negro.
En este grupo militan mandatarios como José Luis Gioja, de San Juan, Juan Manuel Urtubey, de Salta, y Celso Jaque, de Mendoza.
No se acabarían allí las modificaciones en un cuadro de convivencia democrática normal. Se iría Sergio Massa y su lugar lo ocuparía el actual ministro del Interior, Florencio Randazzo. También partiría Aníbal Fernández y se buscaría recuperar el concurso del ex canciller Rafael Bielsa, quien se viene negando -¡pecado capital!- a postularse en la capital federal, un puerto que le ofrece su cara más hostil al kirchnerismo.
ARNALDO PAGANETTI
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