La inseguridad en la Argentina no pasa sólo por las formas que habitualmente ocupan los espacios en los medios. Las salideras, los arrebatos, aun los crímenes, se han convertido en algo habitual para los habitantes de este devastado país.

Pero hay una modalidad delictiva mucho más sofisticada que ocasiona grandes perjuicios económicos y que habla a las claras de la inexistencia de los controles estatales. Es la falsificación de libros que en estos días se ha puesto de manifiesto en la Feria Internacional del Libro a partir de una denuncia de la editorial Alfaguara. En este caso, obras no auténticas de la autora Stephenie Meyer que eran vendidas en un stand como si fueran las editadas por el sello denunciante.

Con todo, el tema no es nuevo

Cuando Gabriel García Márquez escribió "Cien años de soledad" nadie se lo quería publicar, hasta que Editorial Sudamericana se animó con una primera tirada de 8.000 ejemplares. Hoy, este best seller no sólo es uno de los libros de habla hispana más vendidos del mundo, sino que también una de las obras más pirateadas en la Argentina, en donde se estima que se falsifican más de un millón doscientos mil libros, de diversos autores, por año.

"Una vez editada la obra original, si resulta exitosa, los piratas comienzan a falsificarla y a distribuirla", según el presidente de la comisión de reprografías de la Cámara Argentina del Libro, Andrés Telesca.

La Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) estima en 800 los títulos piratas que circulan en el país, lo que genera un perjuicio de 10 millones de dólares para el sector.

El libro es un producto que se suma a la lista de bienes falsificados que circulan en el país, favorecidos por la ausencia de controles eficientes. Un reciente informe de la Alianza Internacional de la Propiedad Intelectual (IIPA, según su sigla en inglés) indicó que en la Argentina está rezagada la reforma a la ley que protege los derechos de autor y alertó sobre el aumento de la piratería de diversos bienes a través de internet y en ferias como "La Salada", ubicada en el Gran Buenos Aires.

¿Qué es un libro pirata?

Suele llamarse "libro pirata" a un tipo de reprografía, como las fotocopias de libros, las reproducciones digitales y los textos escaneados. "Los libros falsificados son imitaciones casi idénticas a los originales, publicadas sin autorización del autor ni de la empresa editora", explicó Carlos Pazos, presidente del Centro de Administración de Derechos Reprográficos de la República Argentina (CADRA).

"Históricamente, las ediciones falsas eran baratas y de mala calidad. Pero con el avance tecnológico eso cambió", afirmó Javier López Llovet, presidente de Editorial Sudamericana e integrante de la comisión de piratería y reprografías de la CAP.

Coinciden los empresarios en que hay dos mecanismos de impresión utilizados por los piratas: "Está la forma off set, en la que se le hace un escaneo al original y se lo manda a una imprenta mayorista. Esta manera resulta la elegida para falsificar éxitos seguros, como el Código da Vinci o la serie de Harry Potter", aseguró Telesca. La otra variante es la "impresión digital", que consiste en una producción por demanda. "Es una tendencia en rubros que no son masivos, pero que tienen un público seguro", aclaró el editor.

Pero la fabricación ilegal no está al alcance de cualquiera. "Hay que tener un capital, contratar una imprenta, una encuadernadora, un distribuidor y tener un circuito de librerías que los venda. Es una verdadera estructura mafiosa", dijo Telesca.

Los editores reconocen que, por la calidad de las impresiones, es muy difícil distinguir un libro pirata de un original, a diferencia de los DVD o los CD falsos que suelen tener un arte de tapa precario. Sin embargo, si el ejemplar cuesta un 20 o un 30% más barato que en el resto de las librerías, hay que sospechar. "No es el librero el que pone el precio, sino el costo editorial", aseguró López Llovet.

Ganancia enorme

En un puesto callejero sobre la avenida Leandro Alem puede comprarse la saga completa de la ya mencionada Stephenie Meyer (autora del exitoso "Crepúsculo") cada uno por 50 pesos, cuando en las librerías rondan los 80. Curiosamente, en un quiosco del andén de la línea B de subtes es posible adquirir la última novela de Paul Auster "Una hombre en la oscuridad" o la obra del periodista Ceferino Reato, "Operación Traviata", a un 20% menos que en los comercios.

Para los empresarios del rubro, los puestos en la calle o las ferias de libros en las plazas son los puntos de venta de material ilegal, pero no los únicos. "También las librerías comunes los venden", contó Telesca. Consultado sobre el tema, un librero de la feria del Parque Rivadavia, que pidió anonimato, dijo: "Nuestra política no es comprar libros truchos. Cuando el proveedor no es confiable, no compramos". Sin embargo, no descartó que en su medio haya comerciantes de libros piratas.

"Una vez escaneada, la obra se envía a imprentas informales, que no dan facturas. Así, los piratas sólo asumen el costo de impresión, por lo que su margen de ganancia es enorme", afirmó López Llovet.

El esfuerzo de editar bajo la ley

"En una ocasión encontré una edición falsa de ´Operación Masacre´, de Rodolfo Walsh, cuyas tapas y papel eran de mejor calidad que los originales. Eso se logra al no pagar los gastos de producción", explicó Divinsky, de Ediciones de la Flor.

Los editores coinciden en que la astucia del pirata está en ver qué es lo que más vende el empresario honesto, para luego poder falsificarlo. La queja es unánime: el adulterador se ahorra el proceso de producción de una obra exitosa, el cual no es un trabajo simple, ni barato. A diferencia de este tipo de textos, la obra legal es un producto inserto en una cadena de valor que comienza desde el trabajo en la editorial.

"El primer gasto del editor es el de la selección de la obra", explicó Telesca. "Cuando un original llega a la editorial se contrata a personas capacitadas para leerlo y evaluar su calidad. Estos primeros lectores cobran un precio de acuerdo con el volumen de páginas y el tiempo requerido para ser leído. Además, por supuesto, es más caro que lo lea una persona consagrada, a que lo realice un estudiante de letras", agregó. Una vez que la empresa decide qué piensa editar, comienza el proceso de armado del libro. Si es necesario, se lo traduce. Esta tarea de una obra de apenas 200 páginas puede costar 8.000 pesos. Luego se lo corrige, se hacen impresiones de prueba y se diseñan las tapas.

Cuando el modelo del libro está armado, se lo imprime y distribuye a las librerías. Pero el éxito todavía no está garantizado. Dependerá de los lectores, las críticas y de la cantidad de libros que se vendan.

En suma, la inseguridad también alcanza al negocio editorial.

ENRIQUE FRAGA (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Periodista y licenciado en Ciencias de la Comunicación.