Desde hace unos meses observamos en los grandes medios de prensa el irrupción de la piratería en las costas de África, más precisamente en la república de Somalia. Nuestra fantasía infantil acerca de la piratería y recientes películas de aventuras sobre el tema nos trasladan a un mundo que parece del pasado, propio de países pobres y fallidos como es el caso de este país africano.
Somalia es una república en desintegración de cerca de 9.000.000 de habitantes, dividido y gobernado por clanes; el único país en el mundo en el que oficialmente desde hace más de quince años no hay gobierno. Sin embargo, mantiene un presidente apoyado por Occidente que apenas domina el 20% del territorio y de gran impopularidad, siendo la Unión de Tribunales Islámicos, una fracción independiente, la que domina mayoritariamente el país. Cuenta con la mayor zona costera del continente africano, desde donde transita y puede controlarse toda la comunicación marítima con Asia y el sur de Europa.
Somalia tiene una enorme cantidad de recursos inexplotados de uranio, estaño, hierro y cobre, además de disponer de importantes reservas petrolíferas y de gas. Las cuatro principales compañías petroleras norteamericanas (Chevron, Conoco, Amoco y Phillips) fueron beneficiadas en la década del ´90 con la adjudicación de la casi totalidad de los yacimientos del sur, pero actualmente la crisis política las disuade de iniciar la exploración. En el 2006 Somalia adjudicó las nuevas áreas a empresas chinas que exploran en la actualidad, lo que implica que el país asiático se expande en toda África y es el principal inversor en ese continente. Hoy China extrae de África más del 30% del petróleo doméstico que consume, tendencia que se acrecienta continuamente.
Dentro de ese cuadro de disgregación social y pobreza extrema que impera en el país se advierten enfoques distintos sobre las causas de la llamada "piratería" en Somalia y su importancia como reserva energética. El congresista norteamericano Donald Payne, representante por Nueva Jersey, luego de una breve visita a Mogadiscio -capital del país- reconoció textualmente que la piratería era un síntoma de décadas de inestabilidad social. Existen sin embargo proyectos de la Secretaría de Defensa, a cargo actualmente de Robert Gates, republicano que también presidía el área durante el gobierno de George W. Bush para invadir Somalia.
Lo cierto es que desde hace muchos años los habitantes locales han sufrido los avatares del saqueo de su riqueza pesquera a través de la extracción indiscriminada que han realizado principalmente Japón, Rusia, España, Francia, Grecia, Inglaterra y China, entre otros. Se trata de una pesca pirata, ya que sacan el recurso ictícola de aguas territoriales somalíes sin licencia para faenar a pesar de las demandas de las autoridades de la zona. Incluso el presidente de aquel país ha remitido notas formales de queja a organismos internacionales sin éxito alguno, considerando su escaso poder.
Así, ante el acentuado decrecimiento de su riqueza pesquera, las comunidades de la zona fueron organizando lo que llaman "La Guardia Costera Voluntaria Nacional", integrada por pescadores locales. Este proceso en realidad data de muchos años, y el accionar de la guardia se abocó a alejar los buques factorías que explotaron indiscriminadamente su riqueza del mar, especialmente el atún. Pero, además, otro ingrediente se incorpora al accionar de esta guardia costera: los desechos tóxicos industriales, hospitalarios y nucleares que vierten países desarrollados de Europa desde los inicios de la década del ´80. Éstos se realizan en muchos casos a través de compañías de la mafia italiana que los transportan y vierten en las costas de Somalia. Hace pocos días fue capturado otro barco en el Golfo de Adén por los propios pescadores, cuya carga incluía tres contenedores de desechos que habían sido arrojados por la borda pero que al no alcanzar a hundirse fueron recuperados y transportados a la costa. Informes de la ONU también acreditan este proceso y el representante especial del organismo, Ould Abdullah, trabaja actualmente en el tema con las autoridades somalíes luego de constatar centenas de muertes y malformaciones derivadas de químicos y metales pesados en las costas somalíes.
Días atrás un portavoz de los piratas, Sugule Alí, declaraba ante el diario "New York Times" que no se consideraban bandidos del mar, ya que "los bandidos son quienes pescan en forma ilegal en nuestros mares, vierten desechos en nuestras aguas y transportan armas en ellas; nosotros no hacemos más que patrullar y cobrar por los derechos que nos corresponden".
Sin embargo no puede dejar de admitirse que señores de la guerra que dominan zonas del país han advertido el negocio instrumentando paralelamente un sistema de extorsión, cobrando permisos de circulación por las zonas de canales marítimos donde transitan los mercantes. Ante la situación descripta las potencias han optado por proteger el tránsito y enviar sus naves de guerra, lo que ha generado una situación de máxima tensión en la zona, con 14 buques de guerra de la OTAN frente a las costas del país en los últimos días.
Una vez más observamos cómo las cosas no son tal cual algunos las informan, así como también que en realidad los piratas nunca han desaparecido.
DARÍO TROPEANO (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Abogado