La baja participación de ayer marca un claro mensaje para la dirigencia del PJ rionegrino.
No para las elecciones del 28 de junio, donde la polarización entre kirchneristas y antikirchneristas seguramente arrastrará votos a favor de Albrieu.
Es una señal hacia el 2011, donde la identificación entre afiliados y candidatos es mucho más trascendente y la antipatía no sólo se traduce en el voto perdido de esos ofuscados, sino también en el trabajo que hacen en la campaña a favor del radicalismo.
Otra razón que obliga a la conducción del PJ a reconciliarse con sus afiliados es que el Frente Grande parece cobijarse en los brazos del oficialismo y las chances del Frente para la Victoria rumbo al 2011 quedan limitadas a lo que pueda hacer el peronismo.
El desafío es movilizar al partido. Y ayer quedó claro qué tan abajo arrancan la carrera.
HUGO ALONSO
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