A punto de ser elegido presidente de Sudáfrica con un fuerte apoyo popular, Jacob Zuma deberá, sin embargo, rendir cuentas rápidamente a la masa de pobres cuyas expectativas serán difíciles de satisfacer en un contexto de recesión.
"La gente humilde espera que la presidencia de Zuma traiga por fin una vida mejor para todos", subraya después de las elecciones generales el analista político Aubrey Matshiqi.
Quince años después de la caída del apartheid, el 43% de los sudafricanos sigue viviendo con menos de dos dólares por día y la tasa de desempleo roza el 40%. Millones de personas no tienen un alojamiento decente. Los barrios marginales todavía carecen de servicios públicos básicos.
"El primer deber de Zuma será cumplir algunas de sus promesas electorales, pero esto va a ser un desafío considerable", debido a las repercusiones de la crisis mundial sobre el presupuesto de la primera economía del continente, afirma Jac Laubscher, del grupo de inversiones Sanlam.
Si bien Zuma no puede darse el lujo de enajenar a los inversores si decide profundizar el déficit presupuestario, tampoco puede ignorar el ala izquierda del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido al que encabeza desde diciembre del 2007, con el apoyo de sindicatos y del comunismo.
Durante un congreso más bien parecido a un golpe de Estado, el popular zulú había desplazado al entonces jefe de Estado, Thabo Mbeki, de la presidencia del ANC.
El partido, ultramayoritario desde las primeras elecciones democráticas en 1994, había elegido entonces un camino de reformas sociales, respondiendo así al enojo de los pobres, dejados al margen por la política liberal de Mbeki.
Nueve meses más tarde Mbeki tuvo que renunciar a la presidencia de la República, presionado por el ANC.
La misma advertencia vale para Zuma. Según los resultados parciales de las elecciones , el ANC obtendrá nuevamente una amplia mayoría en el Parlamento, superior al 60%. Y el partido "espera de él una presidencia diferente de la de Mbeki", subraya Matshiqi.
Hogares, escuelas, hospitales, transporte público, suministro de agua y de electricidad, subsidios para los más pobres: el Estado ya aumentó sus gastos en más de 4.000 millones de euros para el 2009.
El FMI anticipa una recesión de la economía sudafricana del 0,3% en el 2009, la primera en 17 años.
FRAN BLANDY
AFP