NEUQUÉN (AN)- El miércoles próximo, el sistema penal dará su veredicto en la triste historia de Jésica Alegría (22). Si los jueces la encuentran culpable de asesinar a su hijo recién nacido, como afirmó ayer el fiscal en su alegato, la condenarán a prisión perpetua. Pero si opinan como el defensor, que su mente estaba perturbada en ese momento del parto en el baño de la casa de su madre, la absolverán.
Hay una posibilidad intermedia: que los jueces encuentren que en el caso existieron "circunstancias extraordinarias de atenuación" y le apliquen una condena de 8 a 25 años de prisión.
Lo que sólo Jésica sabe es por qué apuñaló en el cuello al varoncito que apenas alcanzó a respirar lo suficiente como para que los médicos certificaran que nació vivo. Ella dice que fue un accidente, que intentaba cortarle el cordón umbilical.
No es fácil creerle. Los especialistas arriesgan la hipótesis de que por algún motivo era un embarazo no deseado, por más que ella jura que quería otro hijo.
Ayer, día de los alegatos, acaso uno de los momentos más trascendentes de cualquier juicio oral, Jésica tenía una preocupación adicional. Ansiosa, le preguntó a su abogado, el defensor oficial Pedro Telleriarte, si la audiencia terminaría tarde. Y le explicó: "es que es día de visita, viene mi hija y le quiero hacer la comida".
La joven tiene una hija de 4 años que la visita miércoles y sábados. Entre todos los familiares convencieron a la niña de que la cárcel es el lugar de trabajo de su mamá. En la unidad hay una cocina, y le puede preparar el almuerzo para que la simulación se perfeccione.
Jésica no le había revelado a nadie que estaba embarazada. Ni a su pareja, ni a sus padres, ni a sus hermanas. En el juicio describió un cuadro complejo de sucesivos dramas familiares que le impedían coparticipar su felicidad con sus allegados.
A esto agregó un mal cálculo del tiempo de preñez. Por eso dice que no asoció con un parto inminente a los dolores de vientre que la sorprendieron en la madrugada del 7 de mayo del año pasado.
Recién reaccionó cuando vio a su bebé caído en el inodoro.
El fiscal Pablo Vignaroli afirmó ayer en su alegato que en la casa había más personas, que si el hijo era tan deseado como Jésica asegura, tuvo oportunidad de pedir ayuda y no lo hizo.
Respecto de la herida en el cuello del bebé afirmó que fue causada con un cuchillo "con intención de matar", no por casualidad.
Por eso pidió que la condenen a prisión perpetua por homicidio calificado por el vínculo.
Telleriarte replicó que el fiscal "está influido por ciertos vientos punitivos que corren estos días". Habló de que no se puede descartar la herida accidental, que en el momento del parto la joven pudo tener disminuidas sus aptitudes psíquicas y que, incluso, pudo encontrarse en un estado de inimputabilidad. Reclamó que la absuelvan, o en caso contrario, que consideren las circunstancias extraordinarias de atenuación que rodearon el caso y le aplique una pena inferior a la perpetua.
La última en hablar fue Jésica. Miró a los jueces y les dijo: "Si me condenan, no me condenan sólo a mí; atrás hay toda una familia y mi hija".
Luis Fernández, Mario Rodríguez y Cristian Piana (subrogante) dictarán sentencia el próximo miércoles a las 13.