El MPN atraviesa una crisis de liderazgo. Es todavía prematuro formular un pronóstico, pero los efectos de la falta de un rumbo preciso se advierten a cada rato, en el partido y en el gobierno. Tanto como la dramática ausencia de cuadros.
La gente está desorientada y los conflictos, como la seguidilla de cortes de ruta y protestas gremiales, no se terminan de resolver. Ocurre que mientras la figura del ex gobernador Jorge Sobisch sigue su inevitable, definitiva, declinación, la del actual gobernador no termina de consolidarse, inmersa en un cúmulo de vacilaciones. Da la impresión de que uno quiere pero no puede y el otro puede pero no termina de querer. Como le explicaba con astucia Juan Manuel de Rosas a su sobrino Lucio V. Mansilla, parece que en la vida impera una paradoja: "cuando hay con qué no hay en qué y cuando hay en qué no hay con qué".
Este escenario plagado de indefiniciones es el que dio marco a la salida del gabinete del ministro de Desarrollo Social. Desde el martes arreciaron las versiones sobre la renuncia de Wálter Jonsson, un funcionario salpicado por la sospecha de manejos irregulares con los planes sociales. Pero en lugar de tomar una determinación drástica que pusiera fin a las especulaciones y al consiguiente desgaste de su gestión, el gobernador recién comunicó su decisión el viernes. Para peor, dijo que Jonsson se había ido "por motivos personales", perdiendo la oportunidad de dar una lección ejemplar: el que no está a la altura de las circunstancias y se pone bajo sospecha se tiene que ir.
Tampoco encontró, al parecer, una figura con el peso suficiente para el recambio y le traspasó la responsabilidad al ministro de Seguridad César Pérez, acentuando la impresión de que este gobierno no cuenta con los cuadros necesarios.
No es la única patinada de los últimos tiempos. El conflicto de Salud es una sangría que debilita al gobierno y que el actual ministro, Daniel Vincent, no logra contener. Un ejemplo es lo que ocurrió con el polémico decreto de aumento, que a pesar de la fuerte erogación no conformó a nadie. ¿No hay responsables?
Lo de Educación se resolvió, pero transfiriendo el costo al Estado, a tal punto que el gobernador terminó admitiendo que el gasto le "duele en el corazón". Todo eso sin contar con que el esquema de recuperación de los días de clase parece bastante pobre. Es cierto, el ministro de Gobierno Jorge Tobares es un bombero eficaz, acaso el único en el gobierno que logra apagar todos los incendios, pero tiene un problema: gasta demasiada agua.
Otro asunto espinoso que Sapag no atina a resolver es la epidemia de cortes de ruta. Está bien que el gobierno sea prudente y dialoguista; desde Fuentealba en adelante Neuquén conoce el costo de solucionar los problemas sociales con la policía. Pero las autoridades, ¿no pueden hacer algo a tiempo para evitar los trastornos que provoca una metodología de protesta inicua, que castiga a los que no tienen nada que ver?
El oficialismo optó por endilgarle la responsabilidad a la Justicia a través de un proyecto de resolución legislativo que pide al TSJ informes sobre las actuaciones judiciales en los cortes de ruta. Pero eso es pura chicana y además, un búmeran. Más allá de que los poderes del Estado se pasen la pelota, la gente hace responsable al gobierno y no a los jueces.
Con semejantes muestras de ineptitud y agotamiento, no sorprende que en la oposición se hagan los rulos con la posibilidad de un relevo.
Es lo que ocurre con Quiroga, que descuenta su triunfo en las elecciones legislativas y ya se prueba el traje de cara al 2011. Nada muy diferente al sueño de armar un MPN propio con las cenizas del original que acuna desde Une Mariano Mansilla, alentado por las fuertes señales de descomposición en el partido provincial. No por nada uno y otro se afanan por ganar voluntades entre punteros y militantes del MPN desorientados por la falta de rumbo y la ausencia de liderazgo efectivo en su propio partido.
Esa ausencia también se advierte en la falta de disciplina de los intendentes, que insólitamente para un partido vertical exigieron un lugar en las listas de candidatos a diputado nacional.
La sorda puja entre los Jorges también se dejó traslucir en este capítulo: al final se impuso Sapag y el candidato será Brillo, pero hasta ahora no está claro el porqué de la postulación de Campos. Si algunos sospechan que fue Sobisch el que pudo haber metido la uña, otros dan por descontado que la efímera postulación de Tobares fue un ardid de Sapag para poder cambiar figuritas.
Igual, en el MPN dan por descontado el triunfo de Brillo y sostienen que si bien Quiroga le lleva "un par de puntos" de ventaja eso es porque el candidato emepenista todavía no está instalado. Descuentan que el radical es fuerte en la capital pero están convencidos de que Brillo arrasará en el interior.
El que todavía no tiene candidato es el kirchnerismo. No ha de ser porque no se barajen nombres, desde el propio Parrilli -que bajaría para ofrecer su postulación "testimonial"- pasando por el titular del partido, Luis Sagaseta, hasta algunos extrapartidarios como Rodolfo Canini, de Une, y Ramón Rioseco, del Frente y la Participación Neuquina.
Se sabe que Raúl Podestá, el presidente del Frente Grande, habría cerrado trato con Une para marchar juntos. El ex intendente de Zapala encabezaría la lista para el Congreso secundado por una mujer de Une y en el escenario local una mujer del FG acompañaría a Mansilla en la nómina de concejales.
Quien no termina de decidir la fecha de las elecciones es el intendente Martín Farizano. Su partido, controlado en realidad por Quiroga, le plantea serios condicionamientos. Pero, como le endilga un dirigente del MPN, "aunque el intendente es un hombre bienintencionado a veces se enreda en el chiripá".
Así las cosas en la provincia y en el municipio, es difícil apartarse de la idea de que dos gobiernos fuertemente personalistas han cedido lugar a dos expresiones más amplias y permeables, pero en apariencia más frágiles.
HECTOR MAURIÑO
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