Si en la previa de la nueva edición del Superclásico entre Boca y River se atomizaran los problemas de uno y otro, y se analizaran sus contenidos, se llegaría a la conclusión de que las bacterias potencialmente más peligrosas están del lado de los de Núñez.

Es que el tránsito lento de Boca por el Clausura no impide que su sistema digestivo siga su curso normal por las poderosas fuerzas que le otorga su andar armonioso por la Libertadores.

En cambio, en River el alimento siempre queda atascado en la garganta por el andar irregular tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, y un resultado adverso en este duelo podría darle lugar a un escenario más bien complicado.

Pues bien, clarificado este asunto, podrá volverse al popular "los clásicos son partidos aparte" sin caer en el abuso de frases fabricadas en cadena de producción. Uno de los argumentos, quizás el más importante, para sostener esa teoría, comienza en la cantidad de inconvenientes que deberán sortear los técnicos para conformar las alineaciones.

Que JR Riquelme tiene un problema en el pie derecho, está inactivo hace 10 diez días y está más afuera que adentro. Que Radamel Falcao tiene una contractura en el aductor izquierdo y tampoco podría jugar. Al fin y al cabo, las principales figuras están enmarcadas en un gran signo de interrogación. Sin dudas, los reemplazantes (seguramente Nicolás Gaitán -foto- y Cristian Fabbiani) intentarán potenciar su rendimiento para cumplir las expectativas depositadas en ellos.

El clásico tendrá su cuota "zonal" con la presencia desde el minuto 0 de Daniel Vega (foto), el arquero que empezó su carrera en Alianza de Cutral Co y que hoy disputará su primer "super" oficial. Hizo un partidazo ante Gimnasia y se ganó la titularidad.

La Bombonera estará colmada y alrededor de las 17 se sabrá s River (15 puntos) está para seguir en la pelea grande, si Boca (11) todavía tiene alguna ilusión o si un empate los aleja casi definitivamente de la lucha por la corona. (DyN/AN)