Son cada vez más las señales de que la economía global parece haber iniciado el descenso y que se dirige a aterrizar a mediados de año o comienzos del tercer trimestre. Tanto en los EE. UU. como en Europa hay caídas significativas de las tasas de interés de mercado; en los Estados Unidos mejora la confianza de los consumidores, repuntan las ventas de viviendas, la generación de hipotecas, el índice de compras de las industrias y las ventas mayoristas.
Por otro lado, los stocks están declinando a pasos acelerados. Los datos de desempleo fueron malos, pero este indicador no es líder, sino coincidente. La producción industrial de China se recuperó bien en marzo y se agregan los pisos más elevados que han mostrado en marzo los commodities y las Bolsas. En tanto, los resultados de la reunión del G 20 fueron buenos, pero insuficientes. Otra historia es cuándo y cómo se iniciará la recuperación de la economía global. La impresión es que el activismo de las políticas económicas deberá todavía afrontar nuevas y duras pruebas. Lo que por ahora se observa en un probable gráfico es una curva ascendente, con forma intermedia entre la V y la U, que podría comenzar a fines del tercer trimestre o a principios del cuarto.
¿Qué decir de la Argentina en este marco? El IAE prevé para el 2009 un escenario de recesión moderada (-2,1%), con menor caída en el consumo, muy fuerte en las exportaciones y en la inversión y un modesto rol anticíclico del gasto público. Pese a la desvalorización del peso -que puede llegar el dólar a $4,10 a fin de año-, la inflación será algo menor que en el 2008, porque los mostradores están lejos de ser lo que eran. Los superávits comercial y de la cuenta corriente del balance de pagos serán algo, pero no mucho, menores a los del 2008, porque las importaciones se están literalmente desplomando.
Usando cuanta caja haya a mano en el sector público, parte de las reservas del BCRA y, si llegan a tiempo, tal vez los u$s 2.500 millones de cuota adicional en el FMI, podrán realizarse los pagos netos de capital e intereses de la deuda, que alcanzan a 4,69% del PIB.
Algo muy llamativo es que, mientras los rankings de riesgos de países que hoy se publican sobre la base de los datos fiscales, bancarios y externos, ubican a la Argentina en el 25% menos riesgoso, el riesgo percibido según la cotización de los bonos de la deuda es hoy 4,7 veces mayor que en Brasil, cuando en enero del 2007 era igual.
Esto es lo que el gobierno debería mirar y explicar. Hasta tanto no lo haga y actúe en consecuencia, y considerando que es alta la probabilidad de que el oficialismo pierda en junio la mayoría automática en el Congreso, el panorama que se presenta en lo político, en lo social y en lo económico para el bienio 2009-2011 dista de ser tranquilizador, aunque para después soy optimista. Si no se produce un cambio de políticas tendientes a restaurar el crédito público, a alentar genuinamente la inversión y la producción y a proteger a los más vulnerables, los riesgos de una profundización de la crisis, independientemente de lo que pase en el mundo, serán altos. Ojalá se lo entienda a tiempo.
JUAN JOSÉ LLACH (*)
(*) Economista y sociólogo. Ex ministro de Educación y ex viceministro de Economía. Actual director de IAE, Universidad Austral.