Domingo 12 de Abril de 2009 Edicion impresa pag. 26 > Internacionales
Río de Janeiro no da marcha atrás con muro en las favelas
Una ola de rechazo se levanta al mismo tiempo: es "el monumento a la discriminación", alerta el nobel Saramago

RIO DE JANEIRO.- Por el camino que abrieron los ingenieros militares, en medio de la maraña del bosque, asciende una fila de camiones transportando módulos de hormigón y herramientas. Adelante y detrás del convoy avanzan los vehículos blindados del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) que le sirven de escolta. Tan pronto como cesen las lluvias, una empresa civil cuyo nombre no ha sido divulgado, dará comienzo a la construcción de un muro de tres metros de altura, en torno a Rocinha, la favela más grande de Brasil y uno de los mayores enclaves del narcotráfico en Sudamérica.

Para entonces, el BOPE habrá desplegado cerca de 200 hombres en el contorno, con la misión de proteger a los obreros ante un eventual ataque de las bandas que controlan la favela. Una misión de alto riesgo considerando que los paramilitares narcos poseen un arsenal de rifles de asalto, lanzamisiles e incluso de aparatos de visión nocturna. El cercamiento de esta ciudadela de 200.000 habitantes forma parte de un proyecto de 22 millones de dólares, que contempla la edificación de estructuras similares alrededor de las once barriadas que se extienden al sur de Río de Janeiro, sobre los cerros que dominan las playas de Ipanema y de Copacabana.

El plan arrancó en Dona Marta, un asentamiento que pende de las faldas del monte Corcovado, donde la firma Vento Sul Engeharia ha tenido que interrumpir las obras en dos oportunidades. Primero, por un deslizamiento de tierras que arrastro parte de la muralla y luego por evitar que los obreros quedaran atrapados entre dos fuegos, durante un operativo de la Policía contra los narcotraficantes.

Los trabajadores no se quitan el chaleco antibalas ni para descansar y un helicóptero sobrevuela el perímetro durante toda la jornada.

El plan de amurallar las favelas ha desatado una ola de rechazo dentro y fuera de Brasil.

El premio Nobel de Literatura, José Saramago, calificó el proyecto en ciernes como "un monumento a la discriminación".

En su blog, el escritor portugués dice: "Tuvimos el Muro de Berlín, tenemos muros en Palestina y ahora en Río. Quien hubiera pensado que esto pudiera ocurrir en la ciudad maravillosa de la Bossa Nova y del Cristo Redentor".

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