MELBOURNE/SINGAPUR (dpa) - Aelita Andre es pintora y está creando para su primera exposición. A veces salta sobre el lienzo, o apila cuadros vacíos como si fueran piezas de construcción. "Esto le hace familiarizarse con el material", dice su madre. Aelita tiene dos años. Sus colores preferidos son el dorado y el amarillo. Y sus creaciones abstractas se venden por más de 1.200 dólares.
"En su exposición no mostramos nada de sus primeros períodos", cuenta Nikka Kalashnikova, que vive en Melbourne con su esposo e hija. La familia se refiere a la época antes de que Aelita cumpliera dos años, a principios de enero. "Antes pintaba de forma constante, prácticamente cada día, hoy pinta más por fases", cuenta su progenitora.
Uno de estos empujes tuvo lugar a principios de febrero, a 47 grados a la sombra. Aquel viernes Aelita creó siete obras. Cada una de ellas fantástica, asegura la madre. "Debía estar muy inspirada".
Hace cuatro meses que Aelita se hizo conocida. Su madre, quien también pinta y fotografía, mostró al galerista Mark Jamieson las obras de Aelita sin descubrirle la identitad de la artista. Jamieson se impresionó y aceptó los cuadros para una exposición en su galería Brunswick de Melbourne, antes de que supiera la edad del joven talento.
"Fue un shock, y a decir verdad, me ruborizé un poco", explicó a los reporteros. Hoy en día desvía todo tipo de charla sobre Aelita. "No queremos hacer ningún tipo de publicidad", comenta secamente por teléfono.
Para Nikka Kalashnikova estuvo muy claro desde el primer momento que veía algo especial en los cuadros de su hija. "Sentí energía y en ellos puedo ver distintos motivos", explica. "Con mis propios cuadros quizás uno de cada diez es bueno. De ella, no he descartado ninguno. Es muy distinto de lo que otros chicos a la edad de dos años producen".
El crítico de arte del diario "Age" también quedó impresionado. "Abstracciones creíbles, quizás con ciertas resonancias asiáticas", comentó antes de que supiera de quién se trataba.
"Si está pintado por una niña, seguramente que no lo ha hecho sola. No tenemos problema en darle mérito a la pequeña, pero todo comienza con una idea de los padres", opina. Al menos los títulos son sin duda de los adultos, como por ejemplo "Estación espacial MIR entre flores de cerezo".
La explicación de los padres es sencilla. "Simplemente somos una familia creativa", dice Kalashnikova. También sentó a su hija frente al piano a la edad de 6 meses para estimularla.
"Sólo puedo aconsejar a los padres que nos les den objetos de plástico sino cosas reales. Quién sabe los talentos que llevan dentro".