CHOS MALAL (ACHM).- Los crianceros trashumantes del norte neuquino comenzaron con el traslado de sus animales de las veranadas, en la alta cordillera, hasta las invernadas en los campos bajos para asegurar las pasturas de sus animales durante los próximos seis meses. A lo largo del recorrido, donde habitualmente están expuestos al rigor de las condiciones climáticas, en esta oportunidad deben soportar la falta agua en alguno de los molinos y aguadas, lo que hace aún más dificultosa la travesía, agravada por la sequía que enfrenta la región desde hace más de seis meses.
A esta altura del año, es habitual apreciar a cientos de crianceros con sus animales, emprendiendo el retorno de las veranadas, situados en el departamento Minas y norte de Ñorquín, a las invernadas donde pasarán los próximos meses y que se encuentran ubicadas en los departamentos Chos Malal, Añelo y Pehuenches.
Manuel Sandoval se traslada desde Cajón Nuevo hasta el paraje Naunauco. Son más de 200 kilómetros por la escarpada y agreste geografía del norte neuquino.
El viernes por la tarde Manuel transitaba por el paraje Huarenchenque a 12 kilómetros de Chos Malal, en una jornada apacible y de agradables temperaturas que rondaban los 29 grados, acompañado sólo por el polvaredal que dejaban los animales a su paso por el callejón de arreo, situado a la vera de la ruta provincial 43, que deja en evidencia la sequía que asola la zona norte de la provincia del Neuquén.
En diálogo con "Río Negro" en ese lugar el criancero indicó que tenía previsto llegar al "alojo" sobre los dos puentes sobre el río Curi Leuvú en las últimas horas de la noche del viernes para pernoctar y a partir de allí emprender el último tramo entre Chos Malal y el paraje Naunauco con las primeras horas del alba.
Manuel lleva diez días con el arreo y restan algunos más para la llegada y aunque han contado con días agradables en las jornadas que llevan de trashumancia, la falta de agua en algunos de los molinos y también en las aguadas se hace sentir, dado que es precisamente en esos lugares donde descansan con sus animales y a la vez se proveen del vital elemento para poder continuar con el arreo y evitar que los animales mueran de sed.
Su capital lo conforman unos 1.700 cabríos, aunque también lleva algunos vacunos en buen estado porque según relata el propio criancero "había buenas pasturas en la cordillera", lo que también le posibilitó algunos chivitos en el camino de arreo que le sirven para sustento mientras se traslada de un lugar a otro, especialmente para comprar provisiones en los pueblos.
A pocos kilómetros de Huarenchenque, Manuel recibió la grata sorpresa, la visita de familiares, entre ellos Daira, su nieta, con quien tenía previsto cabalgar hasta Chos Malal, cuya niña desde pequeña acompaña a su familia en los quehaceres del campo.