¿Sabrán leer los políticos el respetuoso mensaje -de tributo popular y sana convivencia- que quedó registrado con la desaparición física de Raúl Alfonsín, el primer presidente de la transición democrática, luego de los aciagos años de la dictadura militar?
- Es conmovedor ver esta movilización genuina, dijo un veterano periodista acostumbrado a cubrir los multitudinarios y esperanzadores actos de 1983 (ilusorios, podría afirmarse hoy), mientras miles de personas hacían cola para ingresar en el Congreso y dar el último adiós al líder radical.
- Es impactante esta muestra de amor espontáneo, más en una época en la que los partidos no juntan a nadie si no es con el sándwich y la Coca, acotó con una sonrisa irónica un importante y descreído asesor de capitostes peronistas.
Habrá, seguramente, lecturas interesadas en vísperas de las decisivas elecciones previstas para el 28 de junio, donde el kirchnerismo arriesga su supremacía parlamentaria. Pero la naturaleza de los contendientes es muy fuerte y no deberían esperarse grandes sorpresas.
De hecho, Alfonsín supo coincidir con muchas de las medidas del matrimonio Kirchner (la desvinculación del FMI, la constitución de la Corte Suprema de Justicia, la vuelta al Estado de la administración de los fondos jubilatorios, la ratificación de la alianza privilegiada con Brasil, los ataques a las recetas liberales de los ´90), pero siempre le reprochó con acritud las imposiciones, la falta de discusión y la pretensión hegemónica del Ejecutivo.
No dialoga, menoscaba a las grandes estructuras, repetía Alfonsín en los últimos meses, empeñado en lograr "juntar" al radicalismo para hacerlo revivir, en sintonía con la búsqueda en la que está embarcado el peronista disidente Eduardo Duhalde.
De ser ciertas algunas versiones de las que se hizo eco "Río Negro", en la convención nacional de la UCR que tendrá lugar en Mar del Plata, en la segunda quincena de este mes, se le abrirán las puertas de par en par al vicepresidente Julio Cobos. Este radical "expulsado de por vida" por pilotear el éxodo hacia los K en el 2007 se enemistó con Cristina y Néstor a partir de su determinante voto no positivo sobre las retenciones a las exportaciones de soja. Y, ahora se decidió a volver para intentar un renacimiento fortalecido de su ex partido que lo tenga a él como candidato en el 2011. Ése sería el legado postrero de Alfonsín. Habrá que ver si Cobos tiene la envergadura para aglutinar a los hombres de la agrupación centenaria, desgajados por doquier.
En el gobierno -que deberá esforzarse para frenar su don confrontador- observan gratamente las nuevas ínfulas del radicalismo. Es que, con clases medias y altas que no ocultan su antipatía por el castigador estilo K, teme por el crecimiento del peronismo con eje en Mauricio Macri, Francisco De Narváez y Felipe Solá, cuyo arquitecto no es otro que Duhalde.
Y es Duhalde, precisamente el dirigente que posibilitó el ascenso de Kirchner al poder en el 2003, quien ahora está obsesionado por propinarle una derrota al oficialismo en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país.
Duhalde jura que no será candidato, pero acepta que hay que reinstalar la idea de un bipartidismo consistente, capaz de producir alternancia en el ejercicio de la Presidencia, "sin la presencia molesta" de los Kirchner.
"Con Narváez, que recoge el apoyo de gente de afuera de la política, vamos a darle una paliza a Kirchner", dice Duhalde, quien colocará en la lista a varios de sus leales, entre ellos Alberto Atanasoff, Carlos Brown, Eduardo Amadeo y su yerno Gustavo Ferri.
Una incógnita es si el radicalismo, con Cobos de pivote, decide limitar sus alianzas en la provincia de Buenos Aires, privilegiando a Ricardo Alfonsín, el hijo del extinto jefe carismático. En ese caso, la Coalición Cívica de "Lilita" Carrió dejaría todo el armado provincial a la ex radical Margarita Stolbizer, quien por estas horas procura el concurso del dirigente del sector agrario Mario Llambías.
La pelea clave se dará en el conurbano. Allí Kirchner tratará de cosechar el voto mayoritario en las barriadas pobres y entre los pequeños y medianos empresarios favorecidos con la distribución de fondos públicos. El gobernador Daniel Scioli y los intendentes serán parte de la locomotora de los K.
Las muestras de fraternidad en las exequias fúnebres de Alfonsín aplacaron por unas horas los ánimos desenfrenados, y hasta desquiciados, de una sociedad enferma de intolerancia. Resta desear que la competencia electoral, en plena crisis financiera internacional y con problemas internos irresueltos, transcurra civilizadamente.
ARNALDO PAGANETTI
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