Boca siempre simplifica las cosas en la Copa. Cuando parece que todo le sale mal y que está el caer el gol de su rival, como sucedió anoche en lo primeros 30 minutos ante Guraní, mete un par de estocadas en un abrir y cerrar de ojos y define el pleito con jerarquía, casi sin esforzarse.
Frente a los paraguayos lo hizo así, los venció por 3-1 y puso un pie en la próxima ronda, aseguró también el "1" del grupo 2, de la clasificación general y el invicto. En realidad, el xeneize ganó los cuatro que jugó.
Como tantas otras veces, la dupla que anoche volvieron a conformar Rodrigo Palacio y Martín Palermo fue letal.
A los 33, en la segunda jugada de riesgo local (la primera fue un disparo del "Titán" que atajó Silva y que luego tiró a cualquier lado Roncaglia), el bahiense entró como un rayo en el área y cedió para el ingreso triunfal del platinado. Dos minutos después, una buena combinación terminó con un perfecto pase de Riquelme y la definición de la "Joya".
El resultado era muy injusto a esa altura, porque era la visita la que dominaba el juego por el orden de Paniagua y el desequilibrio del talentoso Fabbro.
Sin merecerlo, Guaraní se encontró 2-0 y había aroma a goleada, pero sobre los 42 Paniagua armó una jugada a lo Messi y en una baldosa dejó en el camino a cuatro defensores xeneizes, a pura cintura, para descontar.
En el segundo tiempo, aunque no mostró su mejor versión, Boca mejoró su fútbol y la muestra clara de ello es que Guaraní jamás comprometió a Abbondanzieri. La profundidad del local siempre se la dio el intermitente Riquelme, que siempre supo encontrar bien ubicado a la dúo dinámico Pa-Pa. El otro que levantó su juego fue Nicolás Gaitán.
Apenas se habían jugado sesenta segundos cuando el "Torero" metió un corner que casi termina en gol de Palermo (que suma dos en esta edición de la copa y nada menos que 20 con la camiseta de Boca, donde también es historia ya que superó al "Mellizo" Guillermo). Y sobre los 6 del complemento el "Titán" exigió a ultranza a Joel Silva después de un buen pase de Palacio.
13 minutos después Riquelme encontró a Palermo, que metió un bombazo que acabó rechazando un defensor y a 10 del final la tocaron casi todos y JR se metió en el área, pero disparó desviado.
La frutilla del postre cayó a seis minutos del cierre, cuando Pablo Mouche desbordó por derecha, tiró un centro y Eduardo Filippini paró involuntariamente el balón con la mano, el árbitro Víctor Rivera se equivocó y Riquelme la "picó" desde los doce pasos. Así se terminó otro capítulo de una historia archiconocida: la de Boca ganador en la Libertadores. Seguramente Carlos Ischia se puso feliz por esto, y porque recuperó a JR y a Pa-Pa.