Human Rights Watch (HRW), una de las más emblemáticas organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, denunció días atrás que el uso por parte del ejército israelí de proyectiles con fósforo blanco sobre zonas densamente pobladas durante la ofensiva militar contra la Franja de Gaza fue "indiscriminado" y supone una prueba de la comisión de crímenes de guerra durante dicha campaña.
En un informe de 71 páginas denominado "Lluvia de fuego: el uso ilegal por parte de Israel de fósforo blanco en Gaza", la organización se remite a declaraciones de testigos sobre los devastadores efectos de esa arma sobre civiles y sus propiedades en la Franja.
Tras la ofensiva, los investigadores de HRW encontraron proyectiles y otros restos del uso de fósforo blanco en varias calles de ciudades, en pisos, en patios y en una de las escuelas de las Naciones Unidas. El informe también presenta pruebas balísticas, fotografías e imágenes por satélite, así como documentos del Ejército y del gobierno israelí.
El fósforo blanco suele usarse para ocultar las operaciones militares sobre el terreno, ya que crea una cortina de humo, aunque también puede utilizarse como un arma incendiaria. "En Gaza, los militares israelíes no utilizaron el fósforo blanco sólo en áreas abiertas como una cortina para sus tropas", afirmó el investigador de emergencias de HRW y coautor del informe, Fred Abrahams.
Según Abrahams, dispararon fósforo blanco repetidamente sobre áreas densamente pobladas, aunque sus tropas no se encontraran en la zona y poseyeran proyectiles de humo más seguros. Como consecuencia de ello se impactó sin necesidad a la población civil, causando muertes y sufrimientos innecesarios.
Amnistía Internacional también desplegó sobre Gaza un cuerpo de expertos con el objetivo de recabar pruebas en torno del uso de esa sustancia. Según la organización, uno de los lugares más afectados fue una escuela que las Naciones Unidas mantenía abierta y que el día 15 de enero pasado fue alcanzada por tres proyectiles que contenían fósforo blanco.
Según informó, esos proyectiles explotaron cerca de algunos camiones cargados de combustible y originaron un gran incendio que destruyó toneladas de ayuda humanitaria. Ese mismo día, otro proyectil de fósforo blanco alcanzó un hospital y causó un segundo incendio que obligó a evacuar a los pacientes allí internados.
El uso del fósforo blanco no está expresamente prohibido por la legislación internacional, aunque existen normas básicas que exigen tomar todas las precauciones posibles para proteger a los civiles, algo que no se hizo a partir de su probada utilización. En lo fundamental, debido a que en contacto con la piel provoca profundas quemaduras y puede causar daños mortales en el hígado, los riñones y el corazón.
El derecho internacional humanitario y, más precisamente, el primer protocolo adicional de la Convención de Ginebra, establecen que dañar deliberada e innecesariamente a la población civil constituye un crimen de guerra.
Dos tercios de las víctimas de esta última ofensiva fueron no combatientes y un tercio de ese segmento resultó menor a los 18 años de edad. El acceso de los trabajadores de la Cruz Roja al terreno fue obstaculizado de modo manifiesto y reiterado, haciendo del derecho de la guerra un puñado de normas vulneradas y echadas deliberadamente a un lado. Fiel reflejo del desprecio que ese Estado exhibe, una y otra vez, frente al corpus mismo del derecho internacional.
Tal desprecio queda de manifiesto, además, en las muchas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitidas desde 1947 hasta el presente, cuyos términos nunca fueron cumplidos por Israel.
Sin embargo, entonces y ahora esa política fue apoyada por su incondicional aliado, los Estados Unidos, que opuso su veto en 39 ocasiones a las resoluciones dictadas contra Israel por ese órgano de las Naciones Unidas, originadas todas ellas en sus violaciones al derecho internacional.
En todo caso, las acciones criminales emprendidas por el Estado de Israel en enero último resultan ser la continuación de una operación de limpieza étnica iniciada antes de 1948, que se prolonga hasta nuestros días y que tiene a la erradicación de la nación palestina como objetivo.
MARTÍN LOZADA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Juez penal - Catedrático UNESCO en Derechos Humanos, Paz y Democracia por la Universidad de Utrecht, Países Bajos.