Domingo 05 de Abril de 2009 Edicion impresa pag. 28 > Internacionales
Los enemigos del secreto bancario suizo son más fuertes

GINEBRA (AP).- Los bancos suizos siempre molestaron a los inspectores fiscales de Alemania y Francia y la última batalla sobre el sigilo bancario no es algo nuevo, aunque esta vez cuentan con dos colosos -Estados Unidos y China- en la lucha contra los paraísos fiscales.

Los suizos, anonadados porque el Grupo de los 20 los incluyó en una lista de paraísos fiscales, creen que podrán satisfacer las demandas de las naciones poderosas al mismo tiempo que retienen el secreto bancario más o menos intacto. Algunos analistas no están tan seguros.

Los bancos suizos se desarrollaron con más lentitud que las grandes instituciones crediticias de Italia y otros países europeos, aunque para principios de 1700 una docena de familias ginebrinas comenzó a prestar grandes sumas a las campañas bélicas de Luis XIV de Francia. Parte del dinero procedía directamente de familias acaudaladas francesas que habían depositado fondos en los bancos de Ginebra para evadir la presión fiscal de Francia.

Las autoridades de París apresaron a algunas, pero no todas. Aunque el secreto bancario suizo estaba ya en vigencia en aquella época, pasó a ser ley en la Confederación Helvética en 1934, en medio de la Gran Depresión. Francia y Alemania incrementaron su espionaje para atrapar a los evasores fiscales, y los suizos aprobaron una ley que penalizó con penas carcelarias y multas la divulgación sobre las transacciones de sus clientes por parte de cualquier empleado bancario suizo.

Los historiadores desprecian ahora la leyenda de que el secreto bancario fue adoptado para proteger a los judíos perseguidos por los nazis, aunque un importante estudio descubrió que muchas víctimas del holocausto se beneficiaron con esa norma. En un caso, un empleado del Credit Suisse de Basilea dio a las autoridades nazis información sobre 74 clientes, que podrían haber sido ejecutados por depositar fondos en el extranjero.

Se desconocen la etnia y suerte de los titulares de esas cuentas, pero un tribunal militar suizo sentenció en 1943 al empleado bancario a cadena perpetua por violar la confidencialidad de los clientes. Ahora, Alemania y Francia, así como Estados Unidos, presionan nuevamente a Suiza para combatir la evasión fiscal. Cuestión que por más que amenace el G20 quizás no prospere.

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