Jueves 02 de Abril de 2009 Edicion impresa pag. 36 > Deportes
Un papelón inesperado y vergonzoso del equipo de Diego
Bolivia lo vapuleó en un partido que nunca se olvidará. La altura fue clave, aunque Maradona lo niegue.

Ni en la peor de las pesadillas. Jamás estuvo en los planes de alguien la histórica goleada por 6-1, con baile incluido, que Bolivia le propinó a la Argentina de Diego Maradona en la altura de La Paz, en una tarde que quedará guardada en las páginas más vergonzosas del fútbol argentino.

Tal fue la paliza de los bolivianos, que el mejor hombre nacional fue Juan Pablo Carrizo, aún después de haber recibido seis goles, tres de la figura de la cancha, Joaquín Botero, y los restantes a cargo de Marcelo Martins, Alex Da Rosa y Didí Torrico.

La igualdad de Lucho González fue apenas un espejismo porque los muchachos de Maradona jamás se adaptaron a las condiciones geográficas y se transformaron en sombras que deambularon por la cancha.

Lo bueno que hizo la albiceleste en los amistosos y ante Venezuela se desmoronó como un castillo de naipes en pocos minutos. Se perdió el invicto, cayó en la tabla de posiciones y abrió muchos interrogantes.

Bolivia apretó el acelerador desde el vamos sabiendo que había condiciones a su favor. En el despertar del encuentro bombardeó a Carrizo con tiros de media distancia de Didí Torrico, Da Silva y Botero, ante la atónita mirada de un equipo que se vio lento, impreciso y sin aire.

Ni Lucho González ni Maxi Rodríguez lograron jugar a toque corto para evitar el cansancio, y ni Gago ni Mascherano consiguieron cortar el juego. A los 11 comenzó la pesadilla: fallaron todos (Demichelis, Heinze, Papa) menos Martins, que sentenció a Carrizo. Bolivia había tenido varias chances antes y después del gol, y Argentina recién combinó con Tevez y Messi varios minutos después, en una jugada que acabó con una exquisita definición de La Pulga que atajó Carlos Arias, el arquero que a los 24 fue cómplice de la igualdad de Lucho.

Con el 1-1, cuando el partido parecía que se emparejaba, Carrizo no controló un balón, Zanetti se equivocó, bajó a Da Rosa y Botero, de penal, puso el 2-1. Y a falta de un minuto el mismo jugador aprovechó la enésima distracción de la defensa y cedió para Da Rosa, que salió a festejar.

Los quince minutos de descanso solo alimentaron la ilusión de llegar a una paridad, porque a los 8 minutos, otra contra, centro de Martins, cabezazo de Botero junto al palo derecho de Carrizo y 4-1. Bolivia manejó el balón, lo mostró y nunca lo compartió. Maradona mandó a la cancha a Di María y lo echaron. Todo mal.

Sobre los 41 cayó otro pelotazo largo, el karma visitante, que encontró a Botero cerca del área para el quinto. El 6-1, como hace medio siglo en Suecia ´58, fue de Torrico tras pase de taco del iluminado Botero.

Los jugadores argentinos se retiraron con la cabeza gacha con la caricia paternal de Maradona como para anestesiar el dolor de una derrota increíble e histórica.

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