Las relaciones políticas y económicas en el mundo moderno tienen mucho de psicología y de persuasión. Toda una compleja red de disciplinas se ha desarrollado teniéndolas como objeto de estudio y de acción. Se fundan en la necesidad de evitar el costo que la inacción, el desánimo o la controversia generan en una organización. Y potenciar, en cambio, la energía adicional que produce la satisfacción.
Estas técnicas de persuasión ponen énfasis en saber escuchar más que en la propia oratoria. Y parten de un principio esencial: no existe conciliación en la que una parte pueda ganar todos los puntos en discusión. Para conciliar es necesario que cada parte ceda en algo. Sólo así se producen el acercamiento y su consecuencia: la superación del conflicto.
¿Acaso no es eso la política?
En Río Negro, la crispación ha ocupado ese lugar.
Sucedió ya con el conflicto de los trabajadores del empaque. Luego, con el paro de estibadores en el puerto.
Esta semana la huelga de docentes cumplió 34 días, y las cosas están varias veces peor que en el punto cero.
Las partes, marginadas por los límites de acción que cada una marcó hasta el alcance del propio brazo, hablan a solas.
La Unter: atrapada en su decisión inicial extrema de paro por tiempo indeterminado, al que suma un corte de ruta costoso y que ya no representa a muchos docentes.
El gobierno: atrapado en su incapacidad para atenuar la tozudez del gobernador, a quien no conmueve gobernar una provincia sin servicio de educación pero sí desvela la sola idea de cambiar de criterio.
En esas condiciones el diálogo es difícil.
El gobernador Saiz anunció el martes un pago adicional no remunerativo de 200 pesos a todos los estatales, pero boicoteó la posibilidad de que su mensaje pusiera fin al conflicto: no convocó a la dirigencia de la Unter -como sí lo hizo con Scalesi, de UPCN- e irritó a los docentes al precisar que les pagaría esa suma por persona y no por cargo. Antes de partir hacia Colombia derramó más combustible hacia al gremio: "Es problema de ellos, no es problema mío".
A pesar de todo, la dirigencia docente y los ministros Barbeito y Verani volvieron a dialogar, con agenda abierta, y se pusieron de acuerdo en la mayoría de los puntos en disputa. Evaluaron incluso alternativas sobre cómo diferir o fraccionar el descuento de los días de paro.
Para quien vio la predisposición al diálogo del jueves, resulta difícil comprender cómo se volvió a complicar todo el viernes. A foja cero.
Es que el diálogo implica, más que el acto de hablar, la actitud de com-prometerse.
Y, por lo visto, ninguno de los interlocutores tuvo allí la aptitud para hacerlo.
Para quienes siguieron de cerca el proceso, los ministros sufrieron un retroceso cuando, tras el encuentro, comentaron los avances al gobernador. Sobre los descuentos, Saiz no habría aceptado moverse un ápice de su inicial: "No se discuten".
Por su parte, los dirigentes de Unter habrían padecido similar presión al regresar al piquete de Chichinales: la sola referencia a descuentos en cuotas o diferidos fue un límite infranqueable. Es que en la ruta no están hoy representados los sectores moderados del gremio sino sólo los más virulentos.
En síntesis: si la Unter y el gobierno hubieran sabido dialogar sin paro ni corte de rutas, hoy no habría tal descuento para discutir. Ésa habría sido una enseñanza valiosa que los trabajadores de la educación y los funcionarios del área habrían podido aportar a sus alumnos. Una verdadera lección de democracia.
El modo en que actuaron, en cambio, se inscribe en lo que Carlos Nino definió como "anomia boba": ese desconocimiento de las normas que, en lugar de ser una "avivada" que beneficia a quien la comete, perjudica a todos. Es decir: al desconocer los mecanismos legales o normados, las partes terminan obteniendo un resultado peor que el que habrían alcanzado acatando los procedimientos "funcionales".
En el caso en análisis, son muchos los perjudicados que ni siquiera son "parte": los alumnos, los padres, los camioneros y todo aquel que fue detenido por algún piquete en la ruta, los supervisores y delegados regionales insultados y agredidos por sus pares, los docentes que no han podido acceder a cargos...
Los protagonistas directos también se ven afectados:
- Con cada día de paro que pasa, el descuento resultante termina siendo el punto principal de un temario en el que el primer día ni siquiera existía. Tanto que, acordados todos los reclamos, el descuento es hoy la única reivindicación que distancia a los interlocutores sin solución aparente.
- El radicalismo ve que el adelantamiento de las elecciones acorta los plazos para definir candidaturas y tejer alianzas, y un conflicto como el educativo no es marco propicio para desplegar la política partidaria. Ya resolvió postergar para el sábado 4 la Convención que debió reunirse ayer.
- El Ejecutivo necesita apurar la aprobación de la unificación de cuentas y la modificación del Presupuesto, pero convocar a sesión en la Legislatura sería una invitación a la Unter a movilizarse en forma activa, algo que nadie quiere fomentar.
Cada día que pasa las opciones se reducen.
Dos quedan por explorar, según los negociadores:
- que el Ministerio de Trabajo de la Nación dicte una conciliación obligatoria, algo difícil después del mal trago que bebió el ministro Tomada al interceder en el conflicto del empaque,
- o que la Justicia provincial intente una mediación, lo que contradiría todos los esfuerzos que ha hecho el STJ para no verse involucrado en casos que "judicialicen" la gestión de gobierno.
El tiempo vuela.
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar