En la novela futurista "1984", contraria a cualquier utopía, se describe qué sucede en una sociedad autoritaria durante la exhibición de programas fílmicos diarios para que la gente pueda exteriorizar "dos minutos de odio".
Los espectadores se sentaban frente a pantallas gigantes, difusoras de imágenes de un enemigo del pueblo, autor de todos los crímenes, actos de sabotaje, desviaciones y traiciones. A lo largo de esos 120 segundos los asistentes lanzaban incontenibles exclamaciones de rabia y el miedo y la ira surgían automáticamente, no sólo contra el siniestro personaje sino también (íntimamente, burlando a "la policía del pensamiento") hacia el gran hermano protector, al que se debía venerar.
Hoy, con adelantos tecnológicos impensados por George Orwell, la televisión abierta y el cable reproducen hasta el hartazgo situaciones rayanas con la violencia verbal o de hecho, exacerbando peligrosamente las pasiones más desmedidas y furiosas.
En este clima de egoísmos manifiestos y virulencia -el duro conflicto con el campo se mantiene abierto y los cortes de ruta en estado de latencia- el oficialismo logró adelantar por ley las elecciones nacionales de medio turno de fines de octubre al 28 de junio.
El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, mandó callar para no ponerse en contra a la opinión pública al intemperante chacarero Alfredo De Angeli, quien alentaba interrumpir el tránsito internacional de camiones. Anunció, además, que en las próximas discusiones con la ministra de la Producción, Débora Giorgi, la Mesa de Enlace no cargará ya "con la mochila de las retenciones" a las exportaciones de soja. "De la protesta pasamos a la propuesta", sentenció el viernes al concluir el séptimo paro del campo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Nos vemos en las urnas, retó a la oposición (entre la que incluyó al campo) el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Pichetto, al cerrar el debate en el que aceptó ante el radical Ernesto Sanz que la gestión de los K será plebiscitada dentro de tres meses.
Preparándose los contendientes para entrar a las gateras, puede observarse:
- Todo el peso de la campaña de los pingüinos recaerá en Néstor Kirchner, quien irá como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires. Se jugará a suerte y verdad, acompañado por gobernadores e intendentes con perfil propio que le exigirán rectificaciones y un cambio de estilo después del test comicial. Sus enemigos: la "patronal" agropecuaria, el peronismo de Mauricio Macri en el que se esconde Eduardo Duhalde y la Coalición Cívica de "Lilita" Carrió, aliada con los radicales y el cobismo que no se sabe muy bien qué es. Será determinante saber si acuerda con Carlos Reutemann en Santa Fe o pretende imponerle los K de paladar negro, obligándolo a desertar otra vez de la carrera cuya meta final es la presidencial del 2011.
- Los justicialistas que aborrecen a Kirchner se decidieron por el jefe de Gobierno porteño. A Macri lo rodean todos los duhaldistas, Juan José Álvarez, José Ignacio de Mendiguren, Alberto Atanasoff, Carlos Brown, Jorge Sarghini, etcétera. En Buenos Aires será cabeza de lista el empresario Francisco de Narváez, escoltado nada menos que por el ex gobernador Felipe Solá, quien así se convierte en uno de los grandes perdedores pues resignó el liderazgo a favor de un recién llegado al PJ.
- Carrió quedó escaldada. No pudo congeniar con la macrista Gabriela Michetti y no sabe si la enfrentará directamente. Si lo hace, será como segunda de Alfonso Prat Gay, en Capital Federal. Además, sufrió un duro golpe cuando los dos senadores de Tierra del Fuego se fueron del ARI y votaron junto al kirchnerismo el jueves.
Habrá algunos ilusos que pretenderán ensayar un camino de convergencia y acuerdo en temas que preocupan a la población; la inseguridad y el desempleo, entre otros. Pero, por el tenor de los aprontes, más parece que los discursos buscarán la destrucción del oponente circunstancial (el campo quiere demoler al matrimonio K; Kirchner, pretende poner de rodillas a los que acusa de tener "un espíritu destituyente").
A priori, Cristina tratará de plantear la puja entre un modelo agroindustrial con valor agregado, generador de mano de obra, y otro en el que el nivel de rentabilidad se reparte entre los dueños de la tierra, los arrendatarios productores y los exportadores.
¿Se vienen los cambios de gabinete? Una alta fuente de la Rosada señaló a este diario que habrá salidas ordenadas, no traumáticas. El jefe de Gabinete, Sergio Massa, le comunicó a la presidenta que, si se lo pide, engrosará la lista de candidatos a diputados por Buenos Aires, pero luego no asumirá porque prefiere volver a la Intendencia de Tigre, en la que está en uso de licencia. Graciela Ocaña también prepara sus valijas. Muy firmes en sus puestos están Julio de Vido y Carlos Tomada, de aceitados vínculos con la CGT de Hugo Moyano.
El misterio sigue siendo el Ministerio de Economía. Carlos Fernández está peleado con los micrófonos y no comunica, por ejemplo, la devaluación de casi el 25% del peso que favorece a las exportaciones ni la suba internacional de 100 dólares por tonelada de soja.
Apartado de la contienda electoral, Roberto Lavagna es un bocado apetecible para que el gobierno intente recuperar algo de confianza. Su vuelta es un plato casi indigerible para Kirchner, a quien el resultado electoral, empero, obligaría a comerse varios sapos.
ARNALDO PAGANETTI
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