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"Creo en un arte sin entrecomillas" | ||
Oscar Araiz, prestigioso coreógrafo argentino, dialogó con "Río Negro". | ||
NEUQUÉN (AN).- En la apertura de la Escuela Experimental de Danza Contemporánea un grupo de jóvenes bailarines se dispersa por las salas del edificio. Detrás de un vidrio, algunos saltan, se desplazan, caen, se aproximan unos a otros, se detienen, festejan. Oscar Araiz, director y padrino artístico de la escuela, los sigue atentamente con la mirada mientras una luz espléndida, otoñal, baña la sala y lo toma de frente. El coreógrafo es toda una institución de la danza contemporánea argentina -de prestigio internacional- y para los alumnos de la escuela neuquina es un gran orgullo que este allí, observando sus movimientos. Araiz es un prestigioso artista que durante los últimos cincuenta años ejerce su vocación buscando sensibilizar al espectador. A los 68 años, dice que la danza es un arte que no sólo es cuerpo y virtuosismo, sino que también implica la reflexión. "Es una cuestión de saber mirar y dejarse arrasar por ella, como una especie de mímesis, una cosa contagiosa", admite. Cuenta que tiene proyectos. Que está atrapado en la escritura de unos textos de análisis y descripción de sí mismo, de sus procesos personales y creativos que lo obligan a repensarse (es a pedido del Instituto Nacional del Teatro). Que además está trabajando con un grupo de bailarines y actores en la puesta de una obra basada en "Las Troyanas" de Eurípides. Y que, a la par, prepara con su grupo Ballet de Bolsillo una obra de García Lorca para estrenar en el Cervantes. "Es una obra muy poética, porque el elemento poético me insentiva, no puede faltar, es fundamental en mi trabajo", confiesa. La charla con "Río Negro" -cortés, precisa, encantadora- intenta acomodarse a un ritmo diferente, a una respiración más lenta que la excitación impresa entre los alumnos y docentes por la visita del reconocido coreógrafo a la ciudad. - Hoy la danza contemporánea es muy vasta, donde conviven muchas tendencias, muchos estilos, muchos modismos. Pero creo que hay un estilo troncal que tiene que ver con este concepto de vivir en una realidad, apropiarse de ella, y utilizarla como trampolín para el trabajo. - ¿La realidad influye siempre entonces? - Sí, pero hay varias formas de enfrentarlo. Porque si uno está todo el tiempo entregado a la realidad, uno queda sofocado. Si uno mira la TV todo el tiempo termina muy angustiado, entonces a veces también el arte y la danza son un refugio para poder recuperar la fuerza y poder seguir enfrentando la realidad. A veces dicen que este tipo de danza es una evasión. Pero la evasión de la realidad ayuda a poder enfrentarla, porque es un momento de recuperación. Es otra manera. La realidad y el arte están conectados de diferentes modos. Creo en el arte sin entrecomillas. Creo en un arte que tiene que ver con una acción directa en el espíritu y en la reflexión de las personas y la sensibilización de la gente. Yo estoy muy feliz en este momento de ser testigo de este instante que es una apertura, es una puerta nueva que sea abre para una etapa y una labor maravillosa (?) Esto no es un edificio, es como un laboratorio alquímico. Acá adentro se procesan cosas, cabezas, sentimientos, deseos, sueños, frustraciones, disciplina, historia. Todo eso son los ladrillos con los cuales cada uno se construye. - Que haya una escuela de danza moderna fuera de Buenos Aires no deja de ser extraño? - Es un ejemplo poder romper con esta centralidad, con este centralismo de Buenos Aires que Ezequiel Martínez Estrada llamó "La Cabeza de Goliat". Como él decía, esta cosa centralista que es devoradora. Entonces fue maravilloso poder abrir puertas en el interior y crear circuitos que no pasen por Buenos Aires. Entre otras escuelas, abierta. La entrevista con Araiz continúa a un costado de la escalera del edificio de Planas 165, apartada del bullicio que provoca el gentío. Reflexivo, sereno, el coreógrafo sonríe todo el tiempo. - Además del elemento poético, ¿qué otra cosa no puede faltar en su trabajo? - Para mí la presencia de la música es fundamental. Aunque la música sean las palabras, sea un texto o sea el silencio. El trabajo del tiempo tiene que ver con lo sonoro. Y es lo sonoro, de acuerdo a como este planteado, la música siempre. Otro elemento es la manera, la forma, los métodos de trabajo, la sensibilidad, la percepción, el tacto, la transformación simultánea de todos: del que dirige y del que es dirigido, del que produce. Así el trabajo sigue creciendo en una comunión. Todos esos son elementos interesantes. - ¿Y la sensibilidad? - Sí, pero no hablo de la sensibilización del bailarín por más que para serlo hay que afinar esa sensibilidad que tiene que ver con los colores, los objetos, los sueños, con el saber escuchar, saber observar, saber actuar. Me refiero a la sensibilización del espectador. Es ahí donde realmente el arte se asienta y termina. Una obra no termina hasta que alguien participa. Y hay una participación activa, hay como un movimiento espiritual interno que se produce a través de la observación del espectador. Eso es la sensibilización: saber escuchar, saber mirar. Que después de eso que vio sea un poquito diferente en algo.
FLORENCIA LAZZALETTA culturanqn@rionegro.com.ar | ||
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