El acuerdo entre Jorge Sapag y Jorge Sobisch para repartirse el MPN y el poder incluyó las candidaturas a primer concejal por la capital y a diputado nacional. El ex gobernador se arrogó la potestad de disponer de la primera, privilegiando su interés por el "espacio territorial", y dejó para Sapag la posibilidad de designar para el Congreso a alguien afín con su política de convivencia con el gobierno nacional. Lo malo es que para cubrir los dos cargos ambos eligieron a la misma persona.
Contrariamente a lo que predica el actual gobernador, en el sentido de que tanto él como su antiguo socio se "autoexcluyeron", el acuerdo entre ellos se tomó con absoluta prescindencia de todos los estamentos partidarios. Inclusive, para conducir el partido eligieron dos "bronces" emepenistas -Pedro Salvatori y Horacio Lores- a los que difícilmente se podría cuestionar internamente pero cuyas carreras políticas, por edad y trayectoria recorrida, están prácticamente amortizadas.
De esta forma, se bloqueó el surgimiento de nuevas figuras y con ello la posibilidad, tantas veces predicada por ambos líderes, de producir una renovación en las filas del partido. No es casual que en el MPN escaseen las figuras de peso que puedan erigirse en alternativas para los desafíos inmediatos, como la elección municipal de la capital y la renovación de tres bancas en la Cámara de Diputados de la Nación.
La decisión de cerrarles el paso a las caras nuevas no tiene por supuesto nada de ingenua; en primer lugar garantiza de cara al 2011 que la torta se reparta entre los conocidos de siempre. Eso, aunque al MPN, no por nada en franca decadencia, le cueste cada vez más seducir al electorado.
La figura por la que ahora se pelean Sapag y Sobisch es el ex candidato a intendente de la capital y actual diputado nacional José Brillo. El primero lo preferiría para que siguiera en el Congreso y el segundo descuenta que es el mejor candidato para ganarle las elecciones municipales a la coalición gobernante, primer paso para recuperar la ciudad en el 2011.
Sapag no se cansa de aclarar que no le interesa la reelección y que sólo tiene como premisa hacer una buena gestión. Para eso prefiere dejar las molestas cuestiones partidarias en un empate técnico y poner como representante ante el gobierno nacional a una figura como Brillo que, si bien tiene independencia de criterios, no provocará sobresaltos con los Kirchner, algo indispensable para concretar su premisa.
Acaso no advierte que en este juego lleva claramente las de perder, porque al arreglar de igual a igual con su antiguo socio lo que ha hecho es legitimarlo, ayudándolo a salir del pozo en que se encontraba. Olvida que se trata de un sujeto de ambición política insaciable, que más temprano que tarde terminará subordinándolo a su estrategia.
Sobisch, en cambio, quiere levantar la mano de Brillo para presentar el hecho como un triunfo propio en la carrera del MPN por la recuperación de la principal ciudad de la provincia. Una forma de hacer méritos de cara al 2011, sea para volver a ser candidato o para convertirse, de mínima, en árbitro de la situación.
Ocurre que Brillo tiene una estrategia diferente. Está persuadido de que, si bien podría ganar la elección (recuérdese que perdió con Farizano por muy estrecha diferencia), lo único que lograría una vez instalado en su banca de concejal sería desgastarse. Por el contrario, el ex jefe de Gabinete defenestrado por Sobisch cree que puede acceder a la intendencia en el 2011 desde afuera del municipio, mantenga o no su actual estatus de diputado nacional. Por otra parte, no desdeña ir por la reelección de su banca, pero sólo aceptaría encarnar esa propuesta como "prenda de unidad". Inclusive se tiene fe para enfrentar con posibilidades de éxito al principal candidato de la oposición: Horacio Quiroga.
No se sabe si las diferencias surgidas en este punto pueden echar por la borda el pacto sellado entre los Jorges, pero lo cierto es que los tiempos se aceleran porque el gobierno nacional impuso esta semana la fecha del 28 de junio para las elecciones y, en consonancia, el MPN anunciará mañana que el 3 de mayo se harán sus internas. Mientras tanto, el candidato no aparece.
Quien no tiene estos problemas es Quiroga. Como una planta cuyos brotes crecen con más fuerza después de una buena podada, el ex funcionario kirchnerista está más radical y opositor que nunca. Tanto, que ha logrado sumar en su fórmula al presidente del partido, Eduardo Benítez, un hombre que parece haber olvidado las gruesas descalificaciones que le prodigó durante la Constituyente. Juntos han encolumnado el grueso de la UCR opositora, dejando a su correligionario, el intendente Martín Farizano, cuya gestión depende en buena medida de sus buenas relaciones con el gobierno nacional, colgado del pincel.
Quiroga está exultante, y no es para menos. Además de largar en punta, su candidatura parece destinada a juntar por todos lados: peronistas descontentos con los Kirchner, sobischistas contrarios al acuerdo entre éstos y Sapag, antiperonistas viscerales y opositores en general. Una verdadera proeza.
Alrededor de Quiroga no sólo se sienten ganadores: han empezado a imaginar la posibilidad de sumar dos bancas, algo que no parece imposible si se tienen en cuenta, por un lado, las hesitaciones del partido provincial y, por el otro, la aparente apatía del kirchnerismo, que como si estuviera satisfecho con juntar dos diputados por inercia -el propio y el de Sapag- no se preocupa por mostrar ningún candidato de fuste.
Los quiroguistas también se sienten árbitros en su propio espacio. Si bien se cuidan de aclarar que no le van a fijar a Farizano la fecha de las elecciones municipales, deslizan que si el intendente eligiera unificarlas con las nacionales terminarán impulsando una lista radical -acaso encabezada por Mario Lértora- para no tener que compartir campaña con los kirchneristas, destinatarios de todas sus invectivas.
Difícil trance para Farizano, que aún no ha decidido la fecha de elecciones pero que además de lidiar con la maraña de intereses contrapuestos de la coalición ahora sabe que tampoco puede contar con el respaldo de su partido.
Si el trance no es fácil para el intendente, tampoco lo es para el gobernador: hoy se cumplen 25 días de la fecha fijada para el comienzo de las clases y el delicado asunto sigue en veremos. El gremio docente está desgastado por la continuidad del paro, pero el gobierno de Sapag paga un alto costo político por no encontrar una salida a la falta de cla- ses.
La última semana, el gobierno y ATEN intercambiaron propuestas sin alcanzar un acuerdo. La última posibilidad en danza incluye una suma fija más alta que la ofrecida antes y un aumento en el valor punto para todas las categorías. Sin embargo, aún no ha sido bendecida por las partes. Lo malo es que el asunto se acerca a un punto de no retorno: esta semana habrá que liquidar los sueldos y si se practican los descuentos como planteó el gobierno, se estrechará de golpe el espacio para la negociación. Pero si no se descuentan, el paro cobrará mayor virulencia. Para colmo de males, el sábado próximo, 4 de abril, se cumplirán dos años del asesinato de Carlos Fuentealba.
HÉCTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar