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Reacciones entendibles e ideologías deplorables | ||
La socialización implica la inhibición de impulsos agresivos. Para vivir en sociedad los animales que así lo hacen, incluso el hombre, deben adaptarse a ciertas condiciones que surgen de la necesidad de protección mutua. En la jauría o la manada se actúa solidariamente frente a peligros externos a la vez que se respetan jerarquías dentro del grupo. Como persona adulta puedo sentir deseos de agredir, tomar o matar al otro, pero me inhibo de hacerlo en función de reglas escritas o no que me sirven a su vez como protección de que otro no me lo haga a mí. Ahora bien, cuando ese orden se quiebra -por ejemplo, ante un asesinato, robo o violación- es comprensible que la persona afectada sienta que la reparación del daño que se le hizo deba pasar aun por la destrucción del ofensor. El sentimiento de pérdida, impotencia y avasallamiento o absurdidad que suele rodear este tipo de muertes suele inhabilitar la capacidad de razonamiento para dar paso a emociones primarias que exigen la satisfacción inmediata. En estos casos la reparación puede escapar del terreno de la demanda de justicia para entrar en el deseo de venganza. Los que así sienten por lo sufrido deben ser comprendidos. Diferente es lo que inspiran los que hacen razonadamente las mismas conclusiones o las agitan mediáticamente; en ellos el primitivismo es inherente a su ideología y de ellos debemos cuidarnos como sociedad. LUIS DI GIACOMO (*) (*) Psiquiatra. Legislador rionegrino | ||
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