Jueves 26 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 32 > Policiales y Judiciales
Sierra Grande volvió a exigir justicia por el doble crimen
Unos 300 vecinos recordaron a los almaceneros, a 6 meses del hecho

SIERRA GRANDE (ASG).- Como si fuese el primer día, parte de la comunidad de Sierra Grande volvió a pedir justicia anoche por el doble crimen de los almaceneros, un hecho que aún está impune.

Ayer se cumplieron seis meses desde que en la penumbra de la noche del 25 de setiembre, asesinaron a balazos a los ancianos Plinio Miglio Padilla, de 71 años y a su esposa Lucía Rodríguez, de 68, un matrimonio que atendía su despensa frente a la ruta nacional Nº3.

La investigación sigue la marcha pero hasta el momento no ha arrojado los resultados que todos en Sierra Grande esperan. El único detenido que había por este caso fue liberado.

"El que mata tiene que morir dijo anoche a viva voz Delia, hermana de Lucía Rodríguez, quien sujetaba con fuerza un pañuelo entre sus manos para secar las inevitables lágrimas de dolor y bronca.

Unas trescientas personas marcharon ayer por las calles de esta ciudad.

Al frente iban las dos familias y amigos de las víctimas.

Frente a la comisaría

En un momento pasaron frente a la comisaría 13, donde se hicieron sentir palmas de un clamor generalizado de justicia.

La manifestación que fue convocada por familiares terminó en la calle 102 del barrio Industrial, frente a la ruta 3, en las puertas de la despensa "Las dos rotondas", donde fueron asesinados los ancianos.

Para esta marcha las familias de los dos abuelos asesinados se juntaron con el reclamo en común quieren saber quien fue el responsable de los crímenes.

Preguntas sin respuestas

"Queremos saber quien y porque los mataron", dijo Delia Miglio una hermana de Plinio.

Se desconoce hasta el momento el móvil del crimen. De hecho la justicia descartó que se halla sido un intento de robo porque estaba todo intacto en el almacén.

Lucía murió en el acto detrás del mostrador, por dos disparos certeros que recibió uno en la cabeza y otro en el tórax. Su esposo recibió similares impactos de bala calibre 22, y sobrevivió pero no resistió y murió mientras era trasladado en estado desesperante a Viedma, pocas horas después.

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