Jueves 26 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Sociedad
Las mariposas monarca regresan al Norte pasado el invierno

EJIDO CERRO PRIETO, MÉXICO (Dpa) - De pronto, sin causa aparente, las ramas más altas de cualquiera de los miles de ejemplares de un árbol llamado oyamel estallan y arrojan, contra el impecable azul del cielo, miles de mariposas color naranja intenso.

Las explosiones se encadenan. Ahora las frágiles e inofensivas esquirlas son millones. Parecen hojas de otoño. Pero las hojas, a diferencia de las mariposas, no se mantienen vibrando en el aire. Y, sobre todo, no aterrizan copulando.

El entorno ha cambiado dramáticamente. Sin embargo, imperturbables, las mariposas Monarca continúan repitiendo, exactamente como durante 250 millones de años, la magia de su migración, hibernación y apareamiento en lo mas recóndito de los bosques del centro de México.

Aún es un misterio repleto de hipótesis cómo se orientan para regresar al norte del continente, todos los años en marzo, los tataranietos de los ejemplares que inician el año previo, antes del invierno boreal, un viaje de casi 5.000 kilómetros desde el sur de Canadá y el norte de Estados Unidos huyendo del frío.

Tres generaciones, entre unos y otros, apenas duran unas cuatro o cinco semanas cada una, pero la cuarta, llamada "generación Matusalén" vive nueve meses, el tiempo necesario para pasar el invierno y emprender el regreso (algunos estudios indican que los machos mueren después de la cópula y sólo regresan las hembras fecundadas).

Saben cómo planear aprovechado las corrientes de aire caliente rumbo sur-suroeste pero, por supuesto, ignoran qué encontrarán a su arribo porque nunca antes habrán estado ahí.

Por ahora, nada indica que los cambios medioambientales, que tanto afectan a los habitantes de la Biosfera de la Mariposa Monarca entre los estados de Michoacán y México, alteren su comportamiento ancestral.

En los últimos diez años la tala de árboles, comenzando por el cedro que ya ha desaparecido, y continuando con las diversas especies de pinos y los oyamel, redujo en aproximadamente un 10 por ciento las 56,4 miles de hectáreas de la biosfera. Ésta, además de ser el santuario de las mariposas, es una importante área de captación de agua que abastece los centros urbanos de la región y las ciudades de Toluca y México, explicó el biólogo Ricardo Adaya. El área forma parte de una zona de gran biodiversidad.

Como en tantos otros casos de imprescindible preservación del entorno natural versus las necesidades de subsistencia de la población que tradicionalmente explota sus recursos, la prohibición y represión del corte de árboles redujo drásticamente los ingresos de mucha gente de la zona. Los pobladorse dependen casi exclusivamente de los precarios servicios prestados a los turistas, nacionales e extranjeros, atraídos entre noviembre y marzo por la maravilla de las Monarcas.

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