Miércoles 25 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 7 > Regionales
La furia empañó una marcha multitudinaria
Destrozos en el frente del Comando en Neuquén.

NEUQUÉN (AN).- Cerca de 7.000 personas recorrieron la avenida Argentina para repudiar el golpe militar de 1976 y reclamar una vez más justicia y castigo a los culpables por la desaparición y tortura de personas. La manifestación fue manchada por la furia de un grupo de 50 encapuchados que dañaron la fachada del Comando, arrojando durante casi media hora piedras y bombas molotov contra las puertas y las ventanas del edificio.

La multitudinaria convocatoria de la noche de ayer fue la primera luego del juicio que terminó con la condena a ocho militares que operaron en el centro clandestino "La Escuelita". Ello fue evidente en el clima general de la manifestación, con cantos que aludieron a los años de lucha y con renovados pedidos de justicia para las próximas audiencias que se esperan para este año.

La columna partió del monumento al general San Martín, fundida en el imponente colorido de decenas de banderas de grupos de izquierda, organizaciones de los derechos humanos, gremios y partidos políticos, que escenificaron el repudio a los años de la dictadura.

La base del monumento quedó cubierta con fotos de desaparecidos y con una gran bandera que decía: "Exigimos el irrenunciable derecho a la Salud, la Justicia y el Trabajo en Libertad".

Primero la multitud fue hasta el monumento a la Madre, para volver en sentido inverso y subir hasta sede del Comando. Allí un cordón de seguridad de los organizadores se apostó en la vereda detrás de una bandera que decía "Basta de impunidad". La manifestación, encabezada por Lolín Rigoni, Inés Ragni (de Madres de Plaza de Mayo), Oscar Ragni (Corriente por los Derechos Humanos) y Gervasio Díaz (HIJOS), entre otros, pasó sin agredir la fachada del edificio, donde no hubo efectivos de seguridad a la vista.

Sólo sobre el final de la marcha, unos 50 jóvenes encapuchados, algunos de ellos del Movimiento Socialista de los Trabajadores, comenzaron a tirar piedras y bombas incendiarias contra la puerta del comando.

La furia duró casi media hora. Luego de dañar las aberturas, que quedaron en llamas por momentos y que fueron apedreadas hasta el cansancio, los encapuchados derribaron el cerco de hierro de la vereda, de donde también sacaron baldosas.

Con palos y a patadas, luego de subir las escalinatas, siguieron los destrozos en la ventanas y puertas. Sólo obtuvieron respuesta sobre el final, cuando los adolescentes agredieron el sector que da a la calle Sargento Cabral: dos reducidos grupo de policías, lanzaron disparos disuasorios al aire.

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