En un intento de presionar a ETA y lograr que abandone el terrorismo, el gobierno español está recompensando a destacados disidentes del grupo armado trasladándolos a cárceles más cercanas al País Vasco para así facilitar las visitas de sus familiares, informa la prensa hoy.
De esta forma, el ex jefe militar de ETA Santiago Arróspide, alias "Santi Potros", y los terroristas Rafael Caride Simón y Valentín Lasarte, entre otros, fueron llevados al centro penitenciario de Zuera, cerca de Zaragoza, que dista unos 300 kilómetros de las principales ciudades vascas como la capital Vitoria, San Sebastián o Bilbao.
Con estos traslados, el Ministerio del Interior quiere concentrar a los principales disidentes de ETA en una sola cárcel, para ejercer presión sobre la dirección del grupo armado en un momento crucial de la situación política del País Vasco, donde por primera vez se perfila un gobierno no nacionalista, y de la lucha antiterrorista, con la detención en los últimos tiempos de destacados etarras, sobre todo en el sur de Francia.
Arróspide, de 61 años, fue uno de los terroristas más sanguinarios de la organización. Fue condenado a casi 800 años de prisión como inductor del atentado contra el centro comercial Hipercor de Barcelona, que el 19 de junio de 1987 causó 21 muertos y que hasta la fecha es el atentado más cruento perpetrado por el grupo armado.
Hasta su traslado hace unos días, Arróspide estaba preso en una cárcel en el Puerto de Santa María, cerca de Cádiz, a unos 1.000 kilómetros del País Vasco. Allí se desdijo de la estrategia terrorista de ETA y de la lucha armada. También fue llevado a la cárcel de Zuera el etarra Rafael Caride Simón, ejecutor de la matanza del Hipercor. Hasta ahora había estado preso en Teixeiro, cerca de la ciudad gallega de La Coruña. Otro de los disidentes de ETA que se beneficiaron de un traslado a ese centro penitenciario fue, según la prensa, Valentín Lasarte, autor, entre otros, del asesinato del dirigente socialista vasco Fernando Múgica en 1995.
El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió utilizar la política penitenciaria como instrumento de presión a finales del año pasado, tras comprobar que entre los alrededor de 700 presos de ETA hay una importante disidencia respecto a la dirección de la organización, un malestar que se extiende también a sectores de la izquierda independentista vasca que discrepan de la lucha armada.
Así, la cárcel de Zuera acoge ya a más de una decena de ex altos dirigentes etarras de la década de los 80 que hoy en día rechazan la estrategia terrorista de la organización. Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior ha trasladado a cárceles alejadas del País Vasco a los etarras considerados más duros, como castigo a su intransigencia.
DPA