| "Tenía que ir al gimnasio, Marta, pero me duele tanto la cabeza que lo voy a suspender". La amiga responde: "¿Estás loca? No, de ninguna manera: tomate esto que se te va a pasar", y saca de su cartera un blister con analgésicos. "¿Servirá?", pregunta Sandra. "Sí, Sandra, si no se te pasa de doy otro, te tomás dos, es buenísimo, me lo recomendó Tito". ¿Quién? "Tito, el del video club". Tal vez ni Marta ni Sandra sepan que todos los medicamentos, sin excepción, empleados en dosis excesivas o durante períodos demasiado prolongados, en situaciones que no estarían indicados, pueden producir efectos secundarios, colaterales, indeseables o adversos. Y que a su vez generan interacciones con otros fármacos o sustancias, pueden inducir conductas de abuso o dependencia e incluso hasta provocar el retraso en el diagnóstico de una afección que requiera cuidados médicos. Según una encuesta llevada a cabo por el Colegio de Farmacéuticos de Buenos Aires, la aspirina es utilizada por el 50% de las personas que se automedican, seguida pro la amoxicilina (42%) y el ibuprofeno (38%). Los problemas de salud relacionados con medicamentos significan un gasto extra anual de 1.700 millones de pesos cada año. A su vez, el 12% de las consultas en hospitales son por automedicación o ingestión de remedios en mal estado. En las personas mayores, el uso de sedantes constituye una de las principales causas de caídas y fracturas. De acuerdo a las estadísticas de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el 70% de las personas mayores agrega a la lista de medicamentos que le indica su médico -cuatro en promedio- otros medicamentos de venta libre por propia voluntad. Se estima que el mal uso de medicamentos causa la muerte de más de 700 personas cada año y alrededor de 100 mil internaciones. A su vez, según la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (ANMAT) entre el 7 y el 10% de los medicamentos que se venden en el país están adulterados o son falsificados. Esto equivale a 30 millones de cajas de remedios por año. Los comprimidos falsificados suelen estar compuestos por talco, almidón o componentes que se utilizan para unir la pasta, que incluso podrían ser tóxicos. "La gente no sabe el riesgo que significa tener un mercado negro de medicamentos. Este provoca un riesgo sanitario porque facilita inserción de drogas falsificadas, adulteradas o vencidas. Además, hay un riesgo social porque se genera confusión sobre los medicamentos de venta libre porque se cree que estos no implican riesgos", señaló el vicepresidente de la COFA, Enrique Roca. En 1991, el Poder Ejecutivo Nacional dictó el Decreto nº 2284 que en su artículo 14 autoriza "la venta de especialidades medicinales catalogadas como de expendio libre por la autoridad sanitaria, en aquellos establecimientos comerciales no comprendidos en la Ley Nº 17.565". A partir de su sanción se generalizó la venta de medicamentos de venta libre, aún fuera de las farmacias. El argumento: su supuesta "baja toxicidad", y la supuesta disminución de los precios por exacerbación de la oferta. Pero como consecuencia, los medicamentos no sólo no bajaron de precio sino que aumentaron en más de un 140% en 10 años, apareciendo adicionalmente en el mercado medicamentos robados, adulterados y falsificados, con concentraciones de principios activos impropias, en inadecuadas condiciones de conservación, sin marca y mal fraccionados. Según el secretario general de la Asociación de Farmacias Mutuales y Sindicales de la República Argentina (AFMySRA), Carlos Villagra, "ciertos estamentos del Estado, de los legisladores y de la Justicia hacen oídos sordos a la situación. Incluso hay laboratorios y obras sociales que venden medicamentos por Internet, parece que es más fácil no respetar la ley y evadir impuestos. Se eluden los canales tradicionales de comercialización. Hoy hay una caída del 20% en la venta de medicamentos en las farmacias." Pero el problema no es sólo comercial. Durante el año 2008, sólo en el hospital Fernández de Buenos Aires fueron atendidas unas 2.182 personas por cuadros de intoxicación, de las cuales el 70% había ingerido fármacos de venta legal. El 61% había ingerido alcohol y configuraban casos graves, de estos el 10% había mezclado bebida alcohólica con medicamentos y el 8% había consumido benzodiazepinas. También en menor porcentaje se encontraban intoxicaciones por opiáceos y antiparkinsoneanos. El promedio de edades de los pacientes oscilaba entre los 13 y los 23 años. "Hoy existe una publicidad desmedida de los medicamentos, se subestiman sus efectos. Por otra parte, no hay control del Estado sobre la publicidad. Muchos medicamentos que se vende por fuera de la farmacia no son legítimos y para colmo los prescribe el portero, la madre, el vecino y los vende el verdulero", asegura el profesor de Toxicología de la facultad de Medicina de la UBA, Carlos Damin. CAROLINA STEGMAN | |