- ¿Cómo ve el funcionamiento del sistema político?
- Creo que existe una seria distorsión en el mismo, producto de que incrementalmente hemos ido reemplazando constitución formal por una de hecho, lo que de suyo implica una tendencia hacia formas autoritarias de gobierno... todo en un entorno muy particular...
- ¿Signado por qué característica ese entorno?
- Lo impolítico. La baja calidad de las instituciones republicanas, el estado de desciudadanización y de anomia de nuestra sociedad son evidentes, manifestaciones de la crisis del sistema político argentino.
- ¿Usted cree que la política puede volver a ocupar un rol estimulante de cara a la sociedad?
- Se impone que vuelva a ocupar su rol, para ello resulta necesario que recordemos que la misma es una ciencia experimental, que para ser eficaz debe ser guiada por estadistas...
- ¿Qué aportaría un estadista?, que por otra parte es una estirpe de presencia muy desigual en la historia argentina.
- Prudencia política, ésa es la virtud esencial de un estadista. Por otra parte, es sabido que los hechos políticos no son creaciones individuales, sino el resultado de una actividad múltiple, de acciones y reacciones entre los ciudadanos y sus dirigentes; lo que presupone que el éxito de la comunidad política en la consecución de sus logros descansa en la cultura cívica de aquellos integrantes de la población, que poseemos derechos políticos.
- Pero si rastrillamos la política argentina presente desde la cotidianidad de sus manifestaciones, tanto a nivel del funcionamiento de sistemas de decisión como del discurso -tomando a los actores en conjunto, las dos veredas, gobierno y oposición-, bueno, cuesta no llegar a la conclusión del catalán Josep Ramoneda: "Érase una vez la política"...
- Pero no todo está perdido. El llamado conflicto del campo, que como es sabido va mucho más allá de lo agropecuario, ha puesto de manifiesto que los organismos defensivos de nuestro cuerpo social han despertado, reclamando federalismo, gobernabilidad, transparencia en los actos de gobierno... restauración de las instituciones republicanas. Debemos encarnar que de la intuición al hecho hay un paso, es imperioso que retomemos nuestra ciudadanía; que ejerzamos nuestros deberes y derechos políticos; que distingamos que república y democracia no son sinónimos, pero sí conceptos complementarios; que todavía es posible minimizar la probabilidad del desastre, esto es en clave política, compromiso y participación. En este sentido visualizamos el rol de los intelectuales y de las organizaciones de la sociedad civil como centrales. No olvidemos de que tal cual lo expresó Richard Weaver, hace más de sesenta años, las ideas -como las acciones- tienen consecuencias.
- ¿Si el gobierno pierde las parlamentarias, puede producirse un vacío de poder que sacuda al sistema político en términos de desplazamiento del gobierno?
- Es una posibilidad.
- ¿Más o menos concreta?
- Sólo podemos especular. Hablarán los hechos. Pero, mire... También es posible, ante un proceso de derrota, considerar otros escenarios probables.
- ¿Cuáles?
- Por ejemplo, que el Ejecutivo entienda que una derrota electoral no significa ingobernabilidad, que tome conciencia de la necesidad de reencauzar su acción de gobierno en un marco republicano; en segundo lugar, el vinculado con el fortalecimiento del rol del Poder Legislativo en la construcción política arquitectónica gubernamental, a través de una oposición vertebrada e inteligente, o en última instancia el referido a que la continuidad institucional es posible a través de la figura del vicepresidente.
- En "Calidad institucional o decadencia republicana", usted advierte sobre lo inquietante que es para el funcionamiento del sistema la tendencia hacia lo que define como la "presidencialización de la política". Siempre en el marco de la especulación sobre los eventuales escenarios que se abrirían en caso de una derrota del oficialismo, ¿estaríamos nuevamente ante una crisis del presidencialismo?
- Creo que sí, como tantas otras oportunidades de nuestra historia política. Pero la presente es debida a que estamos inmersos desde hace muchas décadas en una crisis de valores, de la cual una de sus manifestaciones constituye el proceso de desciudadanización de nuestra sociedad. Los sistemas políticos están íntimamente vinculados con la cultura política y la nuestra, como en general todas las iberoamericanas, tiene una raigambre presidencialista.
- Pero, en general, el promedio del convencimiento de nuestra sociedad se desliga de su responsabilidad en esta cuestión. El problema siempre es el "otro", el gobierno...
- El problema no está en el tipo de gobierno sino en la estructura subyacente del sistema político.
- No entiendo o entiendo a medias...
- Creo que antes de pensar en el cambio del mismo por otras formas de las llamadas democracias constitucionales, deberíamos bucear en las causas que nos han llevado a esta situación y conjeturar así respuestas válidas para revertirlas; en este sentido, la historia, la filosofía y la política constituyen las herramientas que nos llevarán a retomar el camino de la república democrática.
- ¿Pero no cree que es hora de que la Argentina reflexione sobre el sistema parlamentario como alternativa?
- Es posible, dentro del amplio espectro de variables a considerar en el repensar la Argentina del bicentenario.
- Si usted reflexiona este tema a partir de un "es posible", infiero que hay un "pero". ¿Me equivoco?
- No, no... El "pero" porque creo que es importante tener en cuenta la experiencia indirecta, no olvidemos aquellas inferencias de Giovanni Sartori cuando en el discurrir acerca de la tentación de varios gobernantes sudamericanos, los que ante la inestabilidad política y económica estructural propia de estos lares, caen en la tentación de acercarse hacia formas parlamentarias de gobierno, sin tener en cuenta que ni el parlamentarismo es una panacea, ni que las formas de gobierno responden a una cultura política. Por otra parte, no olvidemos que una condición necesaria para el funcionamiento de los sistemas parlamentarios descansa, entre otros aspectos, en partidos políticos disciplinados.
- Vuelvo a su ensayo, especialmente en la advertencia de, tomando la experiencia que emerge de la transición, de "no saltar la valla hacia el hiperpresidencialismo". En relación con esto último, cómo reflexiona a Alfonsín, Menem, Kirchner.
- Bueno los tres intentaron conformar -con distinta suerte- un tercer movimiento histórico. No olvidemos que los que conocemos como el primero y el segundo movimiento histórico también estuvieron teñidos de populismos, que incluyeron como movilizadores políticos ideologías, mitos y utopías; lo que implícitamente -en distintas gradaciones- nos alejaron de la república posible.
Cierta patología
¿Cómo define el ejercicio del poder por parte del kirchnerismo y su construcción del poder? Ese ver -a juzgar de ese ser tan extraño que es nuestra Beatriz Sarlo- a la política como guerra, que es distinto de verla como una prolongación de ésta. Ese crispar y crispar.
- Es innegable que el ex presidente tiene una personalidad muy particular, que no viene al caso considerar, pero en la consecución de sus objetivos pareciera difumarse cuánto hay de público y de personal en los mismos. No creo que su estilo confrontativo tenga bases vinculadas con el pensamiento hobbesiano o schmittiano.
- ¿Y con qué lo relacionaría?
- Más bien lo relacionaría con una patología de poder.
- ¿Ese estilo es o expresa, en el marco del estilo peronista de ejercer el poder, un capítulo con rasgos propios o simple prolongación de él?
- Es difícil precisarlo sin entender con precisión -en el caso de que existiera- qué es el estilo peronista de ejercer el poder; pero sería interesante tener presente que muchos dirigentes peronistas no lo reconocen como par.
- Al momento de realizar su trabajo sobre la "Crisis de los Partidos Político" sostiene que desde la perspectiva de cómo éstos están funcionando en la Argentina, se concluye que sobre éstos priman más los intereses personales o de fracción, que aquella razón que hace a la definición moderna del concepto de partido. ¿Este desfasaje se sigue manteniendo hoy?
- Creo que la situación no se ha modificado en absoluto. La reforma de los subsistemas electoral y de partidos políticos es vital para retomar la calidad de las instituciones políticas.
CARLOS A. TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com