La mayoría de los analistas consultados por "Debates" coincide en que el eventual adelantamiento de los comicios favorece al gobierno, aunque no hay acuerdo sobre cuán duradero será este "efecto sorpresa" que descolocó, en principio, a la oposición. Y también en que el grueso de la gente asiste por ahora como espectador a este debate, mientras sigue de cerca temas como la crisis económica y la inseguridad, sus preocupaciones.
Para Doris Capurro, analista de la consultora Ibarómetro, "la vida política en la Argentina es inestable, sorpresiva e inesperada, una verdadera fiesta para periodistas y analistas. Pero es difícil hacer pronósticos", señala. En principio, señala, "el gobierno nacional tiene una capacidad increíble para tomar iniciativas, descolocar a la oposición y marcar agenda", pero advierte que "una vez que el Senado apruebe la medida el tema dejará de ser el adelantamiento y pasará a ser el mapa electoral: los candidatos, las campañas, las alianzas, las encuestas, etcétera". Se resiste a calificar la medida de una maniobra electoral. "Es el juego de la política. Macri adelanta, el gobierno unifica la fecha. ¿Quién hace la maniobra? El gobierno está en su derecho de someter al Congreso una propuesta de cambio en el Código Electoral. No lo cambió por decreto. Le conviene y lo hace. Del mismo modo que Catamarca, Santa Fe y Buenos Aires, decidieron adelantar sus fechas, porque les convenían elecciones desdobladas", explica.
Ricardo Rouvier también enfatiza en el efecto sorpresa: "La medida fue un contragolpe eficaz del gobierno para retomar la iniciativa política y hacer prevalecer dos factores: uno, que la crisis internacional no ha llegado aún con toda su crudeza, y segundo, que el oficialismo está más preparado que la oposición para una campaña rápida. Los gobernadores, agradecidos, al no poner en riesgo su dominio territorial", dice.
Por su parte, Rosendo Fraga, titular de Nueva Mayoría, señala que la medida es una jugada hábil del kirchnerismo, donde "la principal ventaja para el oficialismo es que hace difícil que la oposición pueda organizarse en la decisiva provincia de Buenos Aires". Pero también advierte de riesgos para el oficialismo: "Que no se logre aprobar el proyecto antes del 28 de marzo" y, por los plazos legales, "la elección termine siendo el 5 ó 12 de julio, es decir, una o dos semanas después de la derrota oficialista en Capital". El segundo "es que pese a las dificultades una lista opositora logre un voto más que la oficialista en la provincia de Buenos Aires. Ello no es fácil, pero tampoco imposible". El tercero es que la docena de provincias que realizarán su elección local después de la nacional "genere derrotas electorales para el oficialismo en el tercer trimestre", cuando arrecie lo peor de la crisis.
Ante la estrategia del gobierno para "nacionalizar" el comicio y plantear la elección como un "plebiscito" de su gestión, no hay acuerdo.
Rouvier sostiene que "la campaña se va a nacionalizar como si fuera una presidencial y no una legislativa. El gobierno quiere la polarización y la oposición va a entrar en ese juego, a pesar de algunas resistencia locales (Macri en Capital)".
Para Capurro, en tanto, "un poco sí y un poco no. Depende de la fortaleza local (en cada provincia), cada uno intentará lo que le conviene". Eso sí, cree que va a ser una campaña intensa. "El oficialismo ya marcó su eje de campaña en el discurso de Kirchner, el martes en La Plata. Juega a todo o nada. A polarizar la elección a favor o en contra del gobierno nacional. A votar a favor de la gobernabilidad, que no es en particular una aspiración de la ciudadanía, pero la siente necesaria para aspirar a cierta estabilidad política. A eso apunta la campaña oficial. Los demás están definiendo aún sus alianzas y conceptos clave".
En este marco, todos estiman clave el devenir de la crisis económica global y del conflicto entre el gobierno y el campo, que se desarrollará durante toda la campaña electoral.
Para Rouvier, en su momento, "el conflicto con el agro significó una pérdida para el gobierno, y la elección, si la ganara el oficialismo, redundaría en un reforzamiento del poder del oficialismo (va a haber dos resultados: uno, el promedio nacional y otro, la cantidad de diputados del oficialismo y la oposición.). Se supone que la elección cierra el ciclo de conflicto y la crisis económica global será cada vez más un protagonista negativo sobre la situación nacional en lo socioeconómico".
Doris Capurro señala por su parte que "todo influye en un momento electoral. Con Ibarómetro venimos midiendo desde octubre del año pasado cómo preocupa en forma creciente la crisis mundial a los argentinos. Y el empeoramiento de la economía nunca favorece al oficialismo. Ni en la Argentina ni en la China. Pero el endurecimiento extremo e implacable del agro también hace vulnerable al campo. Podría resultar un bumerán. La gente puede llegar a sentir, finalmente, una actitud destituyente. Y, definitivamente, no es lo que la gente quiere", dice. (Ver infografía)
Rosendo Fraga agrega como novedad que la protesta de este sector "se ha transformado en multisectorial" abarcando "al conjunto de la cadena agro-industrial, incluyendo gremios como el metalúrgico" y un acercamiento a la oposición.
En este marco, mientras se define la fecha, hay aún una cierta frialdad de los ciudadanos respecto del juego político. Para Capurro, "la realidad es que la gente no entiende nada, le resulta difícil decodificar las actitudes de los políticos" en esta etapa.
LEONARDO HERREROS
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