Jueves 19 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 6 > Regionales
Los que no comen cuando no hay clases

INGENIERO JACOBACCI (AJ).- Mientras el gobierno y la Unter no se ponen de acuerdo en cómo solucionar un conflicto que lleva ya veinticinco días sin clases, miles de niños rionegrinos no sólo no pueden acceder a estudiar, sino tampoco a un plato de comida.

A pesar de que se los nombre muy pocas veces en esta pulseada, desde hace cuatro semanas los niños son espectadores de un conflicto que los tiene como partícipes involuntarios.

Los chicos de condición más humilde se ven afectados por dos vías, una la educativa y otra la de la comida. Así es para la mayoría de los que concurren a las escuelas de la Región Sur y donde además de la educación, pueden acceder a un plato de comida. Para muchos, una copa de leche o de mate cocido con pan o un plato de guiso es el único alimento del día.

"Siempre pasa lo mismo, cuando pasan estas cosas, nos perjudicamos los pobres. Se habla tanto de los derechos, de los que menos tienen de los más desprotegidos, pero a la hora de la verdad, a nadie le importamos", señaló apesadumbrada Norma, una mamá de una nena que seis años que no pudo comenzar la escuela debido al conflicto docente. La mujer habita una precaria vivienda de abobe y barro con techo de chapa de cartón en uno de los barrios más humildes de Jacobacci.

Mucho más compleja es la situación en las zonas rurales, donde la escuela representa mucho más que un lugar donde se aprende a leer y escribir. Allí se les brinda contención, cariño, un lugar calefaccionado y aseado y muchas otras cosas que generalmente no tienen en sus casas.

Este escenario que se presenta en la Región Sur, se repite en infinidad de localidades de Río Negro, donde en los últimos días muchos padres expresaban tanto interés por el comienzo de clases como por la vuelta del comedor escolar.

Hay casos denunciados en distintas localidades, donde los chicos comen de lunes a viernes en tiempos de clases porque durante los fines de semana en sus casas apenas si alcanza para el mate cocido.

Y en el caso de las escuelas rurales, los chicos que van a esos establecimientos pierden de algún modo su lugar en la mesa, justamente porque la comida no abunda.

Así, la vuelta a la escuela no sólo significa aprender, implica para estos chicos comer con normalidad.

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