Martes 17 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
¿Y si la historia fuera distinta?
Luisgé Martín plantea un escenario en el que Allende es puesto en duda.

MADRID (dpa) ¿Y si llegara a tus manos un documento secreto que cambia la historia del siglo XX? ¿Y si el documento dañara de forma irreparable la imagen de un personaje admirado y destruyera los fundamentos de su legado? ¿Y si este personaje fuera Salvador Allende, responsable de un proyecto inédito en Chile y en el mundo y, para muchos, símbolo de democracia y valentía? Éstas son las preguntas que se plantea el escritor español Luisgé Martín en su nueva novela, "Las manos cortadas" (Alfaguara), que en breve llega a las librerías.

La novela parte de una hipótesis dura: El propio Luisgé Martín narra en primera persona cómo un oscuro personaje le entregó en Chile varias cartas manuscritas e inéditas en las que Allende, entre otras cosas, pide al líder cubano Fidel Castro que le envíe armas y le da la razón sobre la necesidad de aniquilar al opositor. "Chile es un país de momios y de ignorantes (...) ¿Cómo lograremos si no es mediante la fuerza que lo que ahora estamos construyendo no lo desmoronen más tarde las veleidades de las urnas transparentes?", pregunta Allende en la supuesta carta a su par cubano.

Otro documento, que Martín transcribe con precisión durante más de diez páginas, prueba que el gobierno de Allende estaba construyendo un campo de concentración para confinar a disidentes, intelectuales y miembros de la oligarquía económica.

El intento por corroborar si se trata de documentos auténticos o de falsificaciones pasea al protagonista por toda la geografía chilena y despliega, hasta la solución final del enigma, una compleja red de conspiradores y de personajes ambiguos y oscuros. La elección del presidente chileno como centro de la trama no es casual: "Allende me ha parecido desde siempre un político de una talla moral excepcional y de una nobleza que desborda cualquier otra valoración que tenga que ver con su programa", explica Martín. "No sé si hay muchos más como él en la historia del siglo XX".

La trascendencia de Allende, según la visión de Martín, reside justamente en el modo en que llevó adelante su proyecto: "Es la única vez en la que se plantea de una forma organizada, seria, la posibilidad de hacer una revolución pacífica y reversible, que podría haber sido vuelta a cambiar en las urnas, combatida a través de los medios de comunicación, de los partidos políticos". Por eso la posibilidad de ver al presidente convertido en un simple dictador y un farsante como tantos otros se convierte en una pesadilla para el protagonista. Y por eso, una vez resuelto el enigma de los documentos, la sensación que sigue dominando al personaje -y al escritor- es la de decepción, porque ese proyecto político, en la ficción y en la realidad, terminó por fracasar.

"Y además fracasó por la brutalidad, no porque fracasara Allende, sino porque se lo hizo fracasar. Ni siquiera se le dio la oportunidad de intentarlo", lamenta en la entrevista Martín.

Mezclar un mito político con una trama novelesca que pone en riesgo su propio prestigio podría amedrentar a cualquier autor, y más si se trata de una figura extranjera. Pero Martín no sintió este riesgo: "¿Reparos? Casi ninguno. Si hubiera hecho un ejercicio parecido sobre un episodio de historia española habría enfrentado más reparos. Pero aquí he actuado con absoluta libertad", precisamente por haber gozado de esa visión "desde afuera", explica. Con todo, asegura que está deseando "ver qué piensa un chileno al leer una novela". Para cumplir ese deseo tendrá que esperar hasta mayo, cuando Alfaguara publicará el libro en Chile.

Tomando en cuenta que, más allá de la invención de los documentos inéditos, la novela se apoya en un fondo histórico, su escritura exigió a Martín un largo proceso de documentación. Para el autor, acostumbrado en sus seis libros anteriores a una narrativa más intimista y privada, fue toda una novedad: "He disfrutado mucho leyendo, indagando la historia chilena, intentando encajar todas las piezas".

¿Y sirvió ese contacto más íntimo con la realidad latinoamericana para comprender mejor la actualidad política de la región? Martín duda antes de responder con precaución: "Creo que, en general, como continente, se está avanzando en el buen camino. Cada vez se cae en menos errores de bulto".

Sin embargo, matiza en seguida: "Hay movimientos de ida y vuelta que a mí me siguen espantando bastante. La situación argentina me espanta. Después de un periodo en el que todos pensábamos que se había alcanzado un punto de equilibrio, creo que se está volviendo a un cierto populismo que hace tambalear las cosas".

Con respecto a Chile, el autor ve "un país bastante estabilizado, en el que además se respira un cierto pulso de normalidad. Incluso la derecha que ha dejado de ser pinochetista posiblemente se convierta en una derecha normal. También la izquierda es mucho más razonable". El presidente de Brasil, Inácio "Lula da Silva encarna una izquierda perfectamente asentada en el mundo y la racionalidad, y alejada de populismo". Justo lo contrario que su homólogo venezolano, Hugo Chávez: "Me da miedo que movimientos como el suyo se puedan extender", explica en referencia al estilo del líder bolivariano. "Y de Cuba mejor ni vamos a hablar".

"¿Su novela será a favor de Allende o en contra de él?", preguntan en el libro los diversos personajes que el autor-protagonista entrevista durante su viaje en búsqueda de la verdad. La respuesta, que no llega hasta la última página, es clara y unívoca en el libro. Sin embargo, Martín se permite un juicio más profundo y matizado. Incluso a pesar de la admiración que siente por Allende: "No soy ni he sido marxista. No habría coincidido con el programa de Allende. Pero creo que tampoco Allende coincidiría hoy con su programa de entonces", asegura. Para el autor, el líder chileno "hoy sería Lula, no Chávez".

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