SAN JOSÉ.- La histórica victoria de Mauricio Funes con la ex guerrilla de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en las elecciones presidenciales del domingo abre una nueva etapa en El Salvador.

Desde que en la noche del domingo, tras conocer la sentencia todavía no oficial de las urnas, proclamó: "Soy el presidente electo de los salvadoreños", poniendo fin a 20 años de hegemonía de la derecha de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Funes no ha parado de recibir felicitaciones. Y también advertencias.

La primera felicitación vino del presidente venezolano, Hugo Chávez, el domingo por la noche. Desde entonces, se han sucedido ayer las felicitaciones de Estados Unidos, España, Colombia, Honduras o Costa Rica, entre otros.

El presidente saliente, Antonio Saca, además de felicitar a su sucesor, prometió facilitar el traspaso de poderes al nuevo equipo gubernamental que se instalará el 1 de junio en Casa Presidencial.

Funes lo acompañará el próximo 25 de marzo a la cumbre de presidentes centroamericanos en Managua para "presentarlo oficialmente como el presidente electo del país y que, por supuesto, comience su relación con todos los presidentes centroamericanos". Saca también indicó que su partido, una vez que integre la oposición, buscará trabajar con la nueva administración de Funes, quien aseguró que su gobierno "estará animado por el espíritu de la unidad nacional".

Con el 92,02% de las actas de votación escrutadas, Funes lograba el 51,2% de los votos, frente al 48,7% del candidato de la derecha, Rodrigo Ávila, según datos todavía preliminares del Tribunal Supremo Electoral.

Tanto la prensa salvadoreña como los analistas advertían ayer que el futuro gobierno de Funes, un popular ex periodista de televisión, no estará exento de dificultades en plena crisis económica.

"El Salvador está dividido y requiere una profunda dosis de sabiduría de ambas mitades para encontrar el mejor camino para el país", subrayó El Diario de Hoy en su editorial. El combate de la violencia, que con doce muertes diarias ha hecho de El Salvador uno de los países más violentos de la región, y la pobreza, que afecta al 35% de los 5,8 millones de salvadoreños son los principales desafíos del presidente electo. Por otra parte, el triunfo de Funes afianza el giro a la izquierda de Centroamérica, una región tradicionalmente considerada como el patio trasero de Estados Unidos.

La victoria en El Salvador, como antes ocurrió en Nicaragua con el regreso al poder del sandinista Daniel Ortega, o en Guatemala, con el socialdemócrata Álvaro Colom, también ha puesto de manifiesto que la izquierda se ha convertido en una opción nacional de gobierno en estos países marcados por la guerra civil de los 70 y 80.

Según los especialistas, la opción de la centroizquierda se ha hecho legítima para una generación de nuevos votantes que no han conocido los conflictos armados de los 80, y para muchos olvidados y desencantados del sistema, como los que en la noche del domingo salieron a las calles salvadoreñas como una marea roja para celebrar al grito de "¡Sí se pudo!", el fin de 20 años de hegemonía de la derecha. (AFP)