-Meses atrás, conversando con este diario, el escritor chileno Jorge Edwards decía que en manos de Kirchner la política siempre tiene algo de Hamlet, especialmente en aquello de "estar dispuesto a todo", pero el drama -advertía- es el alcance, la naturaleza que puede dársele a ese todo.
-Y en eso Kirchner va más allá de un todo racional, democrático. Persiste en seguir por los caminos menos indicados, tensiona hasta de la debilidad de poder para redoblar apuestas que sólo logran que pierda poder y que tenga cada vez más gente en contra; toma el país a la chacota, como si fuera una arcilla que él tiene derecho a modelar como quiera.
-¿Ése es su encuadre sobre el adelantamiento de las elecciones?
-El país gobernado por el estilo, la cultura de la chacota. Hay algo muy patológico en gobernar con ese estilo. Ya ni siquiera se trata de que rompa constantemente reglas de juego; me parece que es algo más complejo.
-¿Complejo desde dónde?
-Es falta de respeto por los argentinos. Para Kirchner, porque el poder es él, no existimos. Haciendo política de esta manera no provoca ningún clima para el entendimiento, para una política de conjunto. No toda la política, porque el gobierno tiene derecho a aplicar sus ideas, sus proyectos, pero ante la crisis que ya tenemos y la que sobreviene, hay cuestiones a hablar, ideas a intercambiar.
-¿Usted cree que Kirchner sabe de política?
-¿Cómo? Bueno, hace política; hace años que hace política.
-La pregunta computa una impresión que siembra Kirchner en ciertos medios académicos, especialmente, donde al analizarse el sistema de decisión kirchnerista suele señalarse que se formula sin contemplar que en Argentina el poder es muy veleidoso.
-Se escurre con la agilidad del gato. No me impresiona que no contemplen la experiencia que tenemos en ese sentido.
-¿Por qué?
-Porque siempre han mirado la política desde la prepotencia.
-Usted fue un socio importante del kirchnerismo.
-¡Por supuesto! En el 2003 Kirchner asumió un gobierno sin tiempo para mucho, tenía la crisis del 2001 como telón de fondo y el orden logrado por Duhalde se podía ir al carajo en cualquier momento. En ese marco justifiqué mucho de lo hecho por Kirchner en semejante escenario, donde logró recuperar el poder y la imagen presidencial.
-Aun admitiendo esa necesidad de armar poder, ¿no le llamó la atención el sesgo personalista que le iba imponiendo a su gestión?
-Sí, lo detecté, seguramente lo vinculé con necesidades de ese construir poder. Pero de ahí a que la política pase por una sola persona, un solo espacio, como él pretendió y pretende hoy... porque el poder en el gobierno es él.
-Usted viene del peronismo, su yunque político fue el peronismo. Conclusión: no le puede extrañar mucho lo del personalismo?
-¡La política argentina, toda la política argentina, a lo largo del tiempo que usted quiera, estuvo cargada de personalismo! El personalismo no nació con el peronismo. Que en el peronismo se haya expresado en términos más acentuados que en otros partidos, bueno, no sé. ¿Usted cree que Perón hubiese manejado la crisis del campo como Kirchner?
-No sé cómo la hubiese manejado. Tendríamos que reflexionar el tema casi desde lo contrafactual, que no es más que un interesante mecanismo de especulación teórica...
-Perón hubiese sido más creativo. El drama de Kirchner, drama que él no ve o no quiere ver, es que su personalismo no es creativo porque, dominado por la soberbia, se siente el único hacedor de la Argentina. Los demás somos de palo. Cuando no sabemos nada, somos oligarcas. ¿Oligarca yo, con esta pinta? Viven y gobiernan desde un mundo cerrado, sin grandeza, sin autocrítica.
-¿Miedo? Suele decirse que en política lo único que puede hacerse rápidamente es fracasar. Y que cuando los fracasos se acumulan en una unidad de tiempo breve es porque el miedo opera, está en la causa del fracaso.
-No sé si miedo. El kirchnerismo tiene un problema o varios, en todo caso, pero hay uno muy palpable para cualquiera: gobierna siempre irritado, siempre bajo nervios.
-En ese campo, como intendente de Córdoba, usted no fue un primor.
-Sí, sí... me agarraba unas rabietas terribles y puteaba y etcétera. Pero no me negaba al otro, a conversar, a dialogar. Pero no soy un tipo con odios. Yo siempre detecté los problemas de la otra parte, la posición de los otros, a pesar de que me irritara por esto o aquello. El kirchnerismo no. A los que estamos fuera de su palo simplemente nos niega razones. Es el prejuicio en acción permanente. Kirchner hace política con mucha carga de prejuicios.
-Bueno, en tanto desciende de alemanes, en materia de prejuicios sería un alemán del siglo XIX, de los que adherían a que la nación más ignorante, la más repleta de prejuicios, es muchas veces la más feliz. ¿Cuál es el destino del kirchnerismo?
-Perder las elecciones.
-¿Y de ahí en más?
-Una etapa posiblemente reconfortante, positiva para la política y para que la gente vuelva, la mire mejor: el equilibrio de poder. Con un Congreso en manos de la oposición habrá mejor calidad en el funcionamiento del sistema político. ¿Sabe? No entiendo cómo fue posible que, sentado en su momento sobre 50.000 millones de dólares de reserva, Kirchner haya rifado tanto poder.
-Bueno, usted, en esta entrevista, explicó mucho de lo que quizá esté en la causa de ese desenlace.
-¡Pero es increíble! Y ahora, desesperados, adelantan las elecciones. Rompen reglas de juego, generan un espacio más de fricción, intentan retomar la iniciativa vía una "viveza" que ya no tienen. Creen que así van a evitar perder poder ante la crisis que sobreviene, pero no asumen todo el poder que ya perdieron.
-Por ahora, ¿qué es el adelantamiento de las elecciones?
-Para nosotros, la oposición, apurar el trote; para el kirchnerismo, su losa.
-¿Cómo le cayó que Schiaretti manifestara su acuerdo con el adelantamiento, aun admitiendo que dijo que planteaba problemas de decisiones al PJ cordobés en tanto debía definir candidaturas más rápido?
-¿Y qué más podía decir? A Kirchner le debe la gobernación que me robaron.
-Lo escuché o leí declaraciones suyas en las que señalaba que la elección de Catamarca no es algo complejo o desafiante para el kirchnerismo.
-Se sabía que perderían. Mire, las elecciones parlamentarias se juegan en el Gran Buenos Aires, Capital, Córdoba, Mendoza, Santa Fe... sin desmerecer a ningún otro distrito, ahí se juegan millones de votos.
-No le agrada Cobos, ¿no?
-No, no se trata de agrado o no agrado. Lo que sostengo es que un voto contra el gobierno que integra no lo convierte en estadista; una decisión que además expresó casi con miedo, casi como dudando hasta último momento. Cuando me refiero a ese momento, a ese voto, digo que se pareció a Mirtha Legrand cuando dice "Lo digo, no lo digo". Él tendría que haber actuado de otra manera. Ir a ver a la presidenta y decirle "Señora, si hay empate, voto contra las retenciones".
-¿Cómo van las conversaciones de su partido con la UCR cordobesa?
-Nos reunimos con su presidente, Mario Negri; hemos acercado puntos de vista, hablado del futuro.
"Los tenía de... de las barbas"
-Acabo de leer su libro "La balada de la ética y el poder" y...
-No sé si es un libro...
-Bueno, al menos tiene forma de libro...
-Sí, pero no es un tratado de política; yo no tengo vuelo para desarrollar grandes esquemas de pensamiento. Soy un negro que hace política desde lo práctico.
-"Sólo los célebres son humildes", escribió Einstein.
-¡No, no, no me hago el humilde! Soy un tipo simple. En realidad, lo que me alentó a escribir ese trabajo radica en que no quiero que quede en el olvido cómo me robaron la elección a gobernador de setiembre del 2007. Tengo mucha fe en que a la corta o a la larga, a la muy larga, lo que sea, llegará el día en que se sepa todo.
-¿Qué se lo asegura?
-Que el poder puede mentir, pero se le acortan los márgenes para evitar que sus mentiras queden enterradas para siempre. No sólo aquí, en Argentina; en todo el mundo. Y si no, mire el caso Bush, con el argumento que usó para meterse en Irak: la existencia de armas nucleares en manos de Hussein... ¡y era mentira! El libro está hecho para las generaciones futuras, para que se sepa lo que pasó, cómo se robó una elección.
-Pero ¿cómo pudo suceder, si es así, en Córdoba, que desde lo político tiene una experiencia importante y en lo que incluso en la Década Infame, cuando el fraude campeó a sus anchas en el grueso del país, fue un espacio casi inmaculado en lo que hace a esas prácticas?
-Porque De la Sota y su delfín Schiaretti estaban desesperados. Avanzaba el recuento de votos y yo los tenía agarrados de...
-...de las barbas...
-...y entonces apelaron a robar la elección, la única forma de ganarme. Todo amparado, claro está, por quien era presidente en ese momento, Néstor Kirchner.
-¿Qué podría haber hecho él cuando el caso desde la primera noche ya se denunció ante la Justicia Electoral?
-"Paren, muchachos, esto no se hace": ¡eso debió haberles dicho a De la Sota y a Schiaretti, eso!
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com