Domingo 15 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 36 > Sociedad
La modificación de un plano destapó la historia oculta
La decisión de sumarle una cocina a una obra del ISSN permitió el hallazgo. Investigarán a los gendarmes una vez que se determine el año de las muertes.

CHOS MALAL (enviado especial).- Fue por un cambio de plano, que sumó una pequeña cocina al que será el nuevo edificio de la farmacia del Instituto de Seguridad Social de Neuquén. La uña de la retroexcavadora arrastró hacia la superficie el fémur y el brazo de dos de los siete esqueletos que durante unos 30 años permanecieron enterrados y apilados junto a lo que, en la década del 70, fue la cancha de paleta del Escuadrón 30 de Gendarmería Nacional.

Si no se hacía la cocina o si se proyectaba apenas 50 centímetros más grande, los siete esqueletos -de cinco hombres y dos mujeres- jamás habrían sido encontrados.

La uña de la retro permitió que los antropólogos descubrieran la primera fosa común de la Patagonia donde -casi con certeza a fines de los 70- fueron enterrados los cadáveres de siete personas, probablemente durante la última dictadura militar argentina. ¿Chilenos que escapaban de las balas del dictador Augusto Pinochet y fueron detenidos en la frontera argentina en el marco del Plan Cóndor? ¿Desaparecidos argentinos llevados y muertos en Chos Malal? Todavía es temprano para saberlo. Pero todas las presunciones apuntan al Escuadrón 30 de Gendarmería Nacional, mientras comienza a debatirse cuál fue el rol de esta fuerza en los años de plomo.

"Si en su casa aparece un cadáver, usted, como dueño de casa, es el primer sospechoso. En la casa de Gendarmería?", afirmó uno de los investigadores del macabro hallazgo, ocurrido hace nueve días.

-¿Porqué no llamaron a gendarmes de esa época para buscar más información?

-No los vamos a llamar ahora como testigos cuando es muy probable que sean imputados mañana -contestó a "Río Negro" una alta fuente judicial que admitió que el caso pasará a manos del juzgado Federal de Zapala

Para los investigadores, será clave que se conozca la datación del entierro, algo que se estima podrá producirse dentro de cuatro o cinco meses.

Una vez que esté precisada la fecha de los fallecimientos -técnicamente no está determinado que se trate de asesinatos- se podrá apuntar a las autoridades que por entonces tenía el Escuadrón 30 de Gendarmería. La lista es larga pero es sencillo dar con los nombres: la mayoría de los efectivos aún vive e incluso algunos están radicados en Chos Malal. Y el comandante a cargo del Escuadrón a fines de los 70 vive en Neuquén donde está dedicado a la actividad comercial. Por esas cosas que se dan en los pueblos, uno de los sobrinos de ese ex comandante filmó esta semana el operativo de rescate de los esqueletos pues es uno de los policías que colabora en la investigación.

Hace 30 años, Gendarmería tenía en Chos Malal unos 300 efectivos que vivían allí con sus familias, sobre una población de 5.000 habitantes. Todo pasaba por Gendarmería.

El hallazgo de los siete esqueletos le dio oxígeno al reclamo de Adolfo Lara, sobrino de Felipe Evangelio Lara, un desaparecido de la última dictadura cuyo caso recién fue denunciado en 2007. A Felipe Lara lo detuvo la Gendarmería y nunca más se supo de él. A los 8 años Adolfo "Fito" Lara temblaba como una hoja cuando los hombres de verde cargaban a su papá o sus otros tíos en busca de Felipe. Ni la esposa ni los hermanos del desaparecido volvieron a habla del caso. "Fito" sabía desde chico que algo no estaba bien a pesar de que todos los grandes asumían mansamente olvidar al tío Felipe (ver aparte).

"Hay una suerte de historia oficial local, como que acá nunca pasó nada. Esto empieza a romper esa cáscara", afirmó Carlos Lator, el intendente de la ciudad que fue capital de la provincia.

Lator y su esposa Cecilia Arias son profesores y a lo largo de muchos años han documentado la historia de Chos Malal. Ellos ayudaron a "Fito" Lara e indagaron en la memoria de mucha gente que ahora, lentamente, aporta para dar luz a los años oscuros.

"Venían a cualquier hora y me pedían caballos, comían acá y salían a buscar a este hombre (por Felipe Lara). No, yo no les preguntaba... En veces (sic) habían andado buscando chilenos", cuenta Rogelio Vázquez (de 85 años), histórico poblador del Cajón del Curi Leuvú.

"Hubo una caza de chilenos y gendarmes que eran conocidos por la dureza con que trataban a los detenidos", contó Lator, que desde la intendencia pidió a todos los vecinos que aporten a la investigación.

La conmoción que vive Chos Malal tuvo un resumen el jueves por la noche cuando 500 personas inundaron la sala de cine municipal. Fueron a la charla del Equipo Argentino de Antropología Forense. En la puerta del viejo cine, la historia nunca contada tomaba lugares y sumaba nombres que pudieron haberse perdido para siempre.

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