Modesta, sin estridencias, humilde, pero bien organizada y con calidad. Así de simple podría describirse la Fiesta Provincial de la Vendimia en Regina, con un cierre de folclore de calidad, nada más ni nada menos que con uno de los grupos -Canto 4- que asoma y pide paso entre los mejores.
Imponente se ve la fiesta desde el Anfiteatro Cono Randazzo de Regina, imponente en un marco natural de barda y sonido que suena maravilloso, que atrae, que envuelve, que impacta.
Salud por estos organizadores de la fiesta que se animaron a algo distinto en materia musical y la pegaron, con un grupo salteño de primer nivel capaz de levantar a un público frío, al menos tibio, que fue a verlos hasta preguntando quiénes eran.
Salud por los buenos vinos, salud por la modestia, salud por la capacidad, por la mirada amplia que tuvieron los reginenses esta vez para mostrar que es posible mirar el espectro de la música y animarse, porque es una apuesta grande traer un grupo para el cierre que pocos conocen y porque el resultado fue excelente.
La Fiesta de la Vendimia fue en esta edición una muestra de buena organización, trajeron poco pero bueno, mostraron que son capaces de llevar adelante un espectáculo de semejante jerarquía y por encima de todo, se salieron del molde que siempre contrata al Chaqueño, a Los Tekis o a León Gieco. Y no porque no valga la pena traerlos, sino porque vale la pena ver otro horizonte.
Buen clima, buen lugar, buen ambiente, buen sonido, buena música, eso fue el cierre de la Fiesta de la Vendimia, con un anfiteatro con un poco más de la mitad de su capacidad colmada, con un público expectante, lejos de la euforia y lleno de preguntas.
Y claro, Canto 4 para quienes seguimos de cerca el folclore ya está instalado en el ambiente musical, no tanto en el ambiente de los medios. Es del estilo de Gualicho, el grupo de los hijos de Daniel Toro, pero con otra personalidad. Son salteños de alma, tan salteños que hacen un culto a la zamba, un homenaje permanente a su provincia.
Este diario los entrevistó el año pasado cuando ya el nombre de Canto 4 comenzó a ganar lugar con peso propio en los escenarios más importantes del país.
Y empezaron con una zamba sin música de fondo, donde la música en realidad fueron las voces muy bien trabajadas del grupo. Cantaron como se canta en los mejores lugares, con entrega total. Y de pronto todos comenzaron a mirarse como diciendo "mirá vos, qué voces que tienen".
Y el público patagónico es frío de por si, todos los que vienen desde afuera en materia de folclore tienen que trabajar el doble para despertar euforia y aún así muchos no lo logran.
La primera cosecha de aplausos fue modesta, muy modesta, pero había clima de aplauso contenido, el segundo tema fue un poco mejor y en el tercero el público comenzó a engancharse.
Claro, apenas atinaron a hacerles el infaltable homenaje a los Cantores del Alba, el público entendió que quienes estaban en el escenario no eran unos improvisados, sino un grupo de jerarquía, aplaudido hasta el hartazgo en Cosquín y Jesús María.
De ahí en más, el romance de una noche entre Canto 4 y la gente que fue a la fiesta, fue inquebrantable. Canto 4 se fue lleno de aplausos, de reconocimiento de un público que ahora sí sabe que están en la fila de los mejores y que valió la pena estar ahí para escucharlos.
Eso es animarse a más, a intentar el éxito por otra vía un poco más alejada de la tradicional, eso es animarse a mostrarle a la gente que en el mundo de la música, hay calidad oculta, sólo hay que descubrirla.