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Células madre: EE. UU. da un paso contra el oscurantismo | ||
Obama revirtió la prohibición de usar fondos federales para estudiar en este campo. Su país estaba retrasado en una rama de la investigación médico-científica que será clave en el futuro. | ||
Cuando un óvulo humano es fecundado se genera un huevo que, bajo las condiciones adecuadas, puede llegar a formar un ser humano. Empieza a formar un globo de células idénticas (blástula) y después comienza la diferenciación de esas células, activando o desactivando ciertos genes -que están en todas nuestras células pero no siempre están activos-. Antes de que un hepatocito empiece a diferenciarse de una neurona o de un osteocito, las células son "totipotentes" -son capaces de generar uno de los miles de clases de células que componen un organismo-. Las células madre son las madres de todas las células. En inglés se las llama "stem cells", células troncales. Éstas pueden regenerar órganos dañados, reponer neuronas muertas y mantener la presencia de la juventud en el organismo. Se cree que pueden curar o aliviar enfermedades degenerativas gravísimas como el mal de Alzheimer o la diabetes. La fuente principal -aunque no la única- de estas células son los embriones mismos: en los métodos de fecundación asistida se fecundan varios huevos con los que luego nadie sabe qué hacer: son "seres humanos" o "puras células", según las diferentes definiciones religiosas. Según éstas, no hay más remedio que dejarlas congeladas, porque experimentar con ellas sería equivalente a hacerlo con un ser humano o despedazarlo para curar a otro. Claro que también se está trabajando en extraer algunas células de una blástula, lo que eliminaría todo problema religioso pero no el irracional temor al clonado irrestricto. Otras fuentes de células madre son la médula ósea o la sangre del cordón umbilical, pero es frecuente que esas células sólo puedan especializarse dentro de ciertos límites; por ejemplo, las células de la médula ósea generan todas las componentes de la sangre pero no pueden generar otros tejidos. Hay una polémica de carácter religioso que, como ocurrió tantas veces en la historia, trata de impedir el progreso científico por razones dogmáticas. Muchos de los creadores de la ciencia moderna han muerto en las hogueras de la Inquisición por luchar por la libertad de investigar: la verdad estaba fijada de una vez para siempre por unos antiguos escritos de origen pretendidamente divino, y cuestionar esa verdad era un sacrilegio. La Iglesia no ha cambiado su postura básica, aunque tuvo que reivindicar a Galileo, perseguido por defender la tesis de que la Tierra no era el centro del universo, con 300 años de atraso. Darwin no tuvo que esperar tanto. No sólo la Iglesia Católica se opone a ciertos cuestionamientos; en el protestantismo estadounidense hay sectores especialmente fanáticos -el ex presidente Bush simpatizaba con ellos- que niegan la teoría de la evolución de las especies y tratan de impedir su difusión. Fue en este contexto de intolerancia que Bush prohibió que se usaran fondos federales para la investigación en las células madre, a pesar de que en el mismo año de su asunción el Instituto Nacional de la Salud (NIH) había recomendado intensificar su estudio por presentar enormes perspectivas de toda una nueva manera de hacer medicina. Ahora, el presidente Barack Obama ha revocado esa prohibición. Con eso no sólo libera fondos federales para investigar en este tema sino que tiende a corregir el atraso que ha acumulado Estados Unidos en este campo durante 8 años, ya que la mayoría de los demás países no ha tenido ese obstáculo ideológico. Nuevamente se meten los negocios en la ciencia, pero ahora no hablaremos de eso: se da un paso contra el oscurantismo. El Vaticano ya ha hecho oír su protesta en los términos más enérgicos. No se podía esperar otra cosa, especialmente de un Papa particularmente conservador. Pero la pregunta de fondo es si el ser humano tiene derecho a abrir una enorme caja de Pandora sometiendo a la ciencia todos los temas posibles sin respetar sacralidad alguna: la ciencia estudia desde la estructura del universo hasta la naturaleza de la conciencia humana, y en ese camino inventa bombas atómicas y la manipulación de nuestra voluntad. Ya hemos abierto la caja y está bien que lo hayamos hecho. El conocimiento siempre es superior a la ignorancia, aunque no siempre sea usado en bien de la humanidad y de su planeta, la Tierra, que estamos destruyendo en pos, no del conocimiento, sino de la codicia y de las ansias de poder. Estos temas pasan por otro lado, aunque es de urgencia absoluta que los encaremos, para evitar el ecocidio que estamos cometiendo, así como el suicidio de nuestra especie.
Por TOMÁS BUCH | ||
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