NUEVA YORK.- "A la cárcel, sí, a la cárcel, y no a una celda de lujo".
Para Judith Welling, una editora neoyorquina retirada que perdió "millones" por el fraude de Bernard Madoff, el juez tomó una decisión que se imponía, y ahora reclama desenmascarar a los cómplices. Como decenas de otras víctimas presentes en el tribunal federal del sur de Manhattan, la señora Wedding, de 70 años, y su marido Dwitt Clinton Baker III, de 84, llegaron a escuchar la declaración de Madoff.
El financista de cabello gris, vestido de traje oscuro, se levanta y responde con voz monocorde a las preguntas del juez Denny Chin, que le dice si no ha tomado sustancias halucinógenas durante las últimas 24 horas y si su comprensión es clara: "No su Señoría, sí su Señoría".
Tras haber asegurado que conoce "todas las consecuencias" de su decisión, Madoff se declara culpable de los once cargos en su contra, que van desde fraude con activos a falso testimonio y lavado de dinero.
Luego, tras pedir "perdón a todo el mundo" y declararse "profundamente arrepentido", se lanza durante diez minutos al recuento detallado de sus maquinaciones, que durante una década comprendieron según sus cálculos unos 50.000 millones de dólares.
"Yo nunca invertí ninguna suma en la compra de títulos". "Yo utilicé los fondos depositados por los inversores para pagar a otros clientes", dice Madoff. "Es abrumador", murmura Judith Welling. "Si el juez no lo envía a prisión, va a haber disturbios, y nosotros vamos a participar",añadió. Sentada a declarar en el estrado, Ronnie Sue Ambrosino, que dirige un grupo de unas 300 víctimas, cuestiona la ausencia de juicio que entraña el hecho de que Madoff se declarara culpable. "¡Queremos un proceso, queremos escuchar a las víctimas, queremos mostrar al mundo que nadie está por encima de la ley y que los delitos son castigados, pero también queremos saber dónde está nuestro dinero!", exclama Ambrosino.(AFP)