Como había ocurrido con Independiente unas semanas atrás, ahora es Racing el equipo obligado a entrenarse bajo custodia policial. "Huevo o al cajón" y "Balas para todos" son mensajes tremendos, pero que simplemente reflejan el nivel de agresividad e intolerancia de los nuevos tiempos.
Pero no son menos graves que la amenaza ahora casi olvidada pero que lanzó sólo dos semanas atrás la barra de Independiente a sus jugadores: si no nos dan dinero para ir al Mundial de Sudáfrica contaremos aspectos de su vida privada. ¿Hay acaso algo más parecido que eso a las extorsiones de servicios de inteligencia que se dedican a pinchar teléfonos, poner micrófonos y cámaras ocultas y espiar hasta dónde sea necesario?
Se trata de la misma barra que el domingo pasado se quiso burlar de los hinchas de Boca a través de banderas paraguayas y bolivianas y cantos xenófobos, en medio de una actitud cuanto menos sospechosa del club, porque se trata de la misma barra que viajó en avión y se alojó en hoteles de lujo semanas atrás, casi como si fueran parte del plantel.
¿Debería sorprender a esta altura que se diga que hay barras bravas en las fuerzas que provocan desalojos en la Ciudad de Buenos Aires, barras bravas entre los que abuchean a políticos en la Fiesta de la Vendimia, que supuestos barras de Vélez estén implicados con una banda de secuestradores de la comisaría de Liniers y que haya barras en diversos actos de Santa Fé, donde también se disputa territorio político?
¿Acaso el profuso prontuario delictivo de Ariel "Colo" Luna, el barra de River detenido en Italia por el asesinato de Gonzalo Acro, no confirma que el fútbol es apenas un coto de caza más para los barras, eso sí, disfrazado en el nombre de una supuesta pasión? ¿Se puede seguir diciendo que las barras son un fenómeno exclusivo del fútbol?
Hasta en Newell´s Old Boys, donde los votos echaron finalmente al polémico presidente Eduardo López, siempre escoltado por la violencia de la barra, los jugadores quedaron azorados hace unos días cuando se les presentó, educadamente, una persona que se presentó como nuevo líder de la nueva barra.
La tele (fue saludable que también el programa Fútbol de Primera exhibiera las oscuras imágenes) mostró el domingo pasado a la barra de Boca combatiendo con la policía antes de ingresar al estadio de Huracán, mientras el ex líder de la barra de River, Alan Schlenker, está en huelga de hambre en reclamo por su libertad.
¿Hay derecho a la sorpresa si este domingo muere un hincha en las canchas? ¿O si hieren a un jugador que reacciona, hastiado de la extorsión de los barras? ¿A quién puede recurrir el fútbol, que creó al monstruo, si ahora no lo soporta más pero el monstruo tiene vínculos más poderosos entre políticos, sindicalistas y policías?
Hinchas violentos hay en todos los países. Todos los fines de semana leemos crónicas sobre episodios de violencia en distintas canchas del mundo. Pero la novedad en Argentina es la conexión de los violentos con el poder. Hasta que esos vínculos no sean atacados, quedan pocas chances de solución.
EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES