De haber triunfado en las elecciones legislativas catamarqueñas la lista del Frente Justicialista para la Victoria, el ex presidente Néstor Kirchner y sus allegados estarían festejando lo que hubieran tomado por evidencia irrefutable de que el país entero seguía apoyándolos. Puesto que perdió por un margen amplio ante el Frente Cívico y Social del gobernador Eduardo Brizuela del Moral, los kirchneristas insisten en que sería un error garrafal intentar "nacionalizar" los resultados ya que, conforme a ellos, los votantes dieron prioridad a factores meramente provinciales. Sus declaraciones en tal sentido serían más convincentes si el responsable principal de "nacionalizar" la contienda hubiera sido un dirigente opositor, pero sucede que fue el propio ex presidente. Kirchner no sólo se alió con personajes tan polémicos como el senador Ramón Saadi y el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, en lo que se supone fue un esfuerzo por ampliar su base de sustentación dilapidada incorporando a individuos que a pesar de ser considerados "impresentables" conservan cierto poder en una franja del mundillo peronista, sino que también optó por trasladarse a Catamarca para protagonizar el acto final de la campaña de su facción. Así las cosas, a Kirchner no le ha sido dado distanciarse de una derrota que, para colmo, parece haber dejado satisfechos a Barrionuevo y Saadi que, no obstante el acercamiento electoral, tienen muchos motivos para querer verlo humillado. Aún más contento que Barrionuevo y Saadi por lo que sucedió en Catamarca estará el vicepresidente Julio Cobos; puede que su apoyo a la lista de Brizuela no haya incidido demasiado en el desenlace, pero fue suficiente como para que a ojos de muchos la elección constituyera el primer enfrentamiento en las urnas de Kirchner y su archienemigo.

Aunque a esta altura es imposible saber si la derrota sufrida por el kirchnerismo a manos de un frente que contaba con la bendición de Cobos presagie lo que le aguarda en el resto del país en este año electoral, no cabe duda de que ha sido fuerte su impacto en el estado de ánimo de los simpatizantes del ex presidente que prevén que Saadi se alejará del bloque oficialista en el Senado, contribuyendo así a la impresión de que el éxodo ya es imparable. No se trata de un detalle menor. Al difundirse por todo el país la idea de que el kirchnerismo esté haciendo agua y que por lo tanto les convendría abandonarlo a tiempo para encontrar un lugar en un movimiento más promisorio, serán cada vez más los gobernadores, intendentes, legisladores y otros que antepondrán sus propios intereses concretos a su supuesto compromiso con el "proyecto" de Kirchner y su esposa. Como los santacruceños deberían entender mejor que nadie, en política la "lealtad" suele depender de la capacidad del jefe de turno de garantizar votos, puestos y dinero a los "leales". Si bien los Kirchner aún están en condiciones de repartir puestos y dinero, han bajado tanto en los sondeos que su presencia ya no sirve para aportar muchos votos a sus candidatos preferidos.

Además de mostrarle a Kirchner que su poder de convocatoria no es lo que era antes, su participación innecesaria en la lucha electoral catamarqueña planteó dudas acerca de su habilidad como político. Vincularse con Saadi y Barrionuevo fue un craso error que no pudo sino molestar a aquellos "progresistas" que habían tomado en serio sus alusiones frecuentes a sus presuntos principios. También lo fue arriesgar tanto capital en una elección provincial en que sus posibilidades de éxito eran claramente limitadas. Parecería que Kirchner logró convencerse de que la magia de su nombre y su "carisma" personal bastarían para modificar por completo el panorama político catamarqueño, razón por la que apostó tanto al harto improbable triunfo de una lista abigarrada de seguidores de hombres notoriamente desprestigiados.

Huelga decir que el milagro previsto por él no se produjo, dejándolo con la alternativa ingrata de procurar minimizar la importancia de una derrota que, entre otras cosas, benefició a Cobos, quien por ser dueño de una imagen mucho más atractiva que la de el ex presidente y su mujer podría desempeñar un papel decisivo en la campaña electoral que, si bien no culminará hasta octubre, ya se ha puesto en marcha.