- Le duró poco el amor con el kirchnerismo.
- Estoy arrepentido de haberme sumado desde el radicalismo a ese proyecto. En esa decisión, los radicales K pecamos de ingenuos.
- Sabe, en medios académicos vinculados con la historia y ciencias políticas se reflexiona sobre esa decisión desde el "¿Cómo pudo suceder?" E incluso, en tren siempre de reflexión, se acomoda esa decisión en el paquete de procesos insólitos de la historia argentina, por caso, el convencimiento de la Revolución Libertadora que podía borrar al peronismo y construir un sistema político sin el peronismo... ¿Qué les pasó a ustedes que no percibieron que quedarían encorsetados por el estilo Kirchner de ejercer el poder?
- Yo le voy a hablar de cómo fui yo a ese proceso. Por una cuestión generacional. Comencé a militar en el ´82 y en el radicalismo desde el cual tanto seducía Raúl Alfonsín. En ese trayecto me entusiasmé con la propuesta del Tercer Movimiento Histórico, es decir enhebrar intereses comunes por encima de las diferencias políticas partidarias y así ampliar la política como acción gestora y cohesionante. Era algo que posiblemente también pensaron Balbín y Perón de cara a un país fatigado de desencuentros. En ese marco de razonamientos es que yo creí en la Concertación...
- Hoy los laureles del radicalismo anti K los reúne Cobos. Pero quien conoce la historia de ese despegue lo encuentra a usted haciendo punta en críticas al kirchnerismo desde mucho antes de la crisis del campo. ¿Cuál fue el dato esencial, nuclear por así decirlo, que le dio a usted la pauta que la yunta con Kirchner no sería la que ustedes habían imaginado?
- Sí, sí. Cuando ingresamos en el 2008 yo ya encabezaba un grupo de radicales K crecientemente crítico de la falta de interés del gobierno nacional por debatir ideas, política... Mire, desde el radicalismo K intentamos impedir la prórroga de los superpoderes, intentamos impedir un blanqueo inmoral de dinero, intentamos impedir la prórroga (desde el 2001) de la ley de Emergencia Económica, sin ningún asidero. Hemos trabajado en línea cuestionadora a mucho de lo hecho por el kirchnerismo... Y luego de octubre del 2007, no bien Cristina fue elegida presidenta, me percaté de que la Concertación pasaba a ser una Concertación de adhesiones... Algo así como "Tenés que adherir a lo que dos o tres resolvemos, lo tenés que explicar y justificar"... Mire, la concepción de ejercicio de poder de Kirchner, porque el tema es él, esa concepción es terminantemente militar: se manda y se obedece.
- Con independencia de creer la alternativa de la Concertación como instrumento de reunión de voluntades políticas, ¿el radicalismo le había generado disgustos?
- Yo siempre le reivindiqué al radicalismo el ver a la política con independencia de ir a los extremos, un partido al que por lo demás los argentinos siempre le exigen un poco más. La razón de esto es que ha encarnado a lo largo de la historia, valores, dignidades, democracia, institucionalidad. Con el correr de la transición me comenzaron a disgustar los juegos en que nos metía la conducción del partido y que desvirtuaban todo aquel capital: Pacto de Olivos, hecho a espaldas del partido; personalismo acompañado de cierta idea de destino manifiesto; poca cuando no nula disposición a la movilidad de la dirigencia y luego, algo que me perturbó mucho, el fraude interno... ¿Recuerda la interna entre Terragno y Moreau para la candidatura a presidente?... elección para candidato a gobernador del Chaco donde en una interna se sacan más votos que en una general a fin de dar vuelta un resultado... La Alianza, que propuso terminar una fiesta menemista, pero terminó consolidándola... Y carencia de autocrítica. ¡En el radicalismo nadie se ha hecho cargo ni ha asumido responsabilidades del desbarranque del partido del 52% de los votos en el ´83 al 2% con Moreau en el 2003.
- ¿Las responsabilidades hacen a Alfonsín? ¿Sentimientos encontrados?
- Es así. Las responsabilidades están en él y en un grupo de no más de una docena de dirigentes que, a lo largo de todos esos procesos que mencioné, tuvieron el poder real del radicalismo...
- "Alfonsín es, a los radicales, una porcelana querida pero rajada", señaló un diario europeo tiempo atrás.
- No me gusta referirme a él, menos hoy, que atraviesa una instancia compleja... Me resguardo en el Alfonsín que me sedujo, que me llevó a la política...
- Siguiendo estos razonamientos y, dado que la política argentina desde siempre se vertebra desde personalismos, ¿qué salto debe dar en lo que hace a cómo manejar el poder?
- Llevar esa concepción restrictiva de las posibilidades que conlleva el poder a un estadio moderno de ejercicio de poder... Tengo el convencimiento, fundado incluso en la gestión como intendente de Mar del Plata, que el poder debe conducir y conducir implica dar poder, que es tener poder, reproducir poder.
- Zapatero, el presidente del gobierno de España, presidente que hoy está bajo varios fuegos, acaba de señalar que en política conducir es cada vez más definir entre opciones cada vez más complejas. ¿Cómo optar?
- Con la habilidad de escuchar, de incrementar la representatividad política institucional que ya se tiene cuando se es gobierno. A lo largo de estos meses he insistido en que esa representatividad hay que ampliarla mediante un ejercicio del poder firme, pero reflexivo. La política está demostrando que la verdad única, el discurso único, está en crisis... Hay que escuchar, escuchar no implica renunciar a convicciones, ideas.
- ¿Se teme en la política argentina ver qué hay en los laterales de lo que uno piensa?
- Es uno de sus mayores problemas. Hace al dogmatismo. Se asume como una debilidad modificar esquemas, estructuras de ideas... Eso le pasa al kirchnerismo, pero también nos pasó a los radicales cuando fuimos gobierno; en esto o en aquello también caímos en esa idea de debilidad.
- ¿Este imaginario fungió en el kirchnerismo a la hora de la crisis con el campo?
- Se manejó desde ese imaginario. Y ahí erró. El del campo fue, lo es en alguna medida si tomamos su prolongación, un tema eminentemente político y el gobierno lo encaró desde una política cargada de prejuicios, enojos, descalificaciones... No asumió la existencia de otras realidades que no sea la suya, la propia...
- Bueno, hay un verso de T. S. Eliot que contiene una reflexión que parece apropiada a esto: lo humano, la humanidad, tolera muy poca realidad...
- El problema es que cuando se trata de un sistema de decisión institucional, ese no tolerar juega sobre el destino de millones, de un país.
- Vamos a Julio Cobos.
- Vamos.
- Hay algo que usted ha definido como un galimatías, un dilema en todo caso: la permanencia de Cobos en el gobierno nacional. Y en esto usted, en el marco de lo que fue el radicalismo K, usted también primerió: no se puede estar en la misa y en la procesión. ¿Se ratifica en que si Cobos quiere ser una alternativa electoral, él debe irse?
- Sí. Ratifico que el tiempo se está agotando, hay que resolver este dilema. Cobos tiene muy buena imagen de cara a la sociedad, no tanto en relación con intención de voto. Pero el capital que implica lo primero, si él quiere después del 2009 ser parte en una alternativa superadora a este gobierno, bueno, tendrá que irse. Es una cuestión ética: no se puede salir a respaldar candidatos opositores al gobierno nacional y estar en la línea institucional del gobierno. Me parece que a lo largo de este año él honrará su cargo, pero de cara al 2011 mi impresión personal es que tendrá que alejarse...
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com