Estrujado entre la crisis y la insurgencia de Unter, el gobierno de Saiz ingresó en los peores días de su gestión.
Las escuelas despobladas, sus docentes en las rutas y el gremio desbordado.
El Estado multiplica su déficit de ingresos y su dependencia financiera con el Banco Patagonia.
Los despachos almacenan proyectos repetidos para un gobierno lento y relegado.
El gobernador, desorientado, espera.
Desconfía. El mundo de Saiz nunca muestra las cosas como son. Esa característica redunda en su indecisión.
Hoy está atrapado en los trazos de medidas aportados por sus ministros, infundidos de porfías internas y carentes de real efectividad.
La revisión de alquileres, viáticos, pasajes, subsidios y cargos políticos: un trazado manoseado cuando de recortes se trata, pero permanentemente dispendioso para el Estado.
La gestión de Saiz duplicó el plantel político, pasando de 208 a 406 funcionarios. Esta planta exige un desembolso anual de 33 millones de pesos. El asunto no puede simplificarse. No hay gobierno sin funcionarios. ¿Pero quiénes se favorecieron con esta suba? ¿El gobierno, el Estado, fue más eficiente? Claramente, no.
El gobernador requiere explorar ese plantel y propone una baja del 15 al 20%. No debe mirar tan lejos. Bajo su dependencia tiene 92 funcionarios, si -como es- se analiza como estructura directa la Secretaría General, que abriga a sus asesores y colaboradores más estrechos.
Eliminar estructuras con el destierro de ministerios y secretarías conformó el jueves la jugada más audaz en el examen del gabinete, pero las suspicacias diluyeron su posibilidad.
Un velo de sospecha rodea cada iniciativa del ministro Pablo Verani. Cosechó demasiados enemigos y su diseño no oculta esa pugna, depreciando un plan interesante. La propia rebaja de Hacienda a secretaría ofrecería un rédito a Verani: la exclusión o degradación de su secretario Osvaldo Mildenberger, su mayor adversario en la cartera.
Saiz no logra rebasar esas discordias y cae reiteradamente en ese lodo. Mantuvo cajoneado durante un año y medio un proyecto de Hacienda, que el domingo pasado exaltó en el mensaje legislativo para afrontar el desfinanciamiento provincial. Así llegará la unificación de las cuentas bancarias del Estado. Lo impone la crisis para concentrar la poca disponibilidad de fondos provinciales.
Antes, Saiz escuchó y escogió el rechazo que le proponían sus allegados, quienes creían -con algo de razón- que el proyecto de Verani se excedía en sus soberanías. Pudo diferenciar esa prioridad financiera sobre intereses domésticos. No lo hizo. Desconfiaba del dato de Verani. Lo sorprendente es que el ministro sospechado siguió en el equipo del gobernador.
El caso no es excepcional, Saiz practica demasiado ese recelo funcional.
No hay que esperar un plan antiajuste. Serán acciones dispersas y a la espera de la evolución económica. Se confía demasiado en que la caída de los ingresos se puede revertir en el segundo o tercer cuatrimestre.
Hoy, la provincia tiene un déficit mensual de 15 a 20 millones de pesos. El Banco Patagonia ampara ese desfasaje. Una muestra: el Estado concluirá el pago de los salarios de febrero con unos 100 millones en rojo. La concentración de las cajas empresariales permitirá cubrir -momentáneamente- esos descubiertos.
El lineamiento general plantea volver a la ejecución del año pasado. Ignorar el presupuesto 2009 aprobado en la Legislatura. La distancia entre esos montos ronda los 400 millones, que equivale a una baja del 12 al 13%. Una proyección anual y fortuita.
"Estos tipos son temibles". La descripción pertenece a Saiz en referencia a los K. Utiliza esa frase cuando íntimamente justifica su fidelidad, destacando que las deslealtades se rebaten con castigos institucionales.
El oficialismo carece de acción gubernamental o política, entonces se detectan o aparecen prácticas extrañas.
El vacío se advierte cuando la administración de Cristina Fernández desconoce las plegarias de Saiz.
El martes el gobernador recayó en la Residencia de Olivos y se reunió, desde la política, con Néstor Kirchner. Solicitó el anticipo de cuotas del programa de asistencia y la gestión para incluir a Río Negro en el Fondo Compensador Educativo, que otorga un monto fijo a las provincias para llegar al salario mínimo de los docentes.
Arribó con urgencia con un viejo pedido. Su gobierno quedó afuera de ese reparto en el 2005. Kirchner era presidente y Daniel Filmus era el ministro. La provincia ya pretendía esa lógica asistencia, lograda por diez estados y que luego consiguieron otros tres. Existieron misivas ministeriales pero, cuatro años después, Saiz hace suyo ese trámite.
El desamparo K también está en la soledad a la que Nación expone a Río Negro en el mapa docente. La provincia logró -como quería- nacionalizar el conflicto, pero cayó en el peor terreno: Río Negro queda solo y es hoy símbolo del deterioro salarial en Educación. Un esquema irreal. No es la mejor, tampoco es la peor.
Saiz deambuló en Buenos Aires con ese lamento. Considera que aquella instalación gremial surge de liderazgos sindicales con relación con el gobierno K. Así, lo sugirió cuando conoció del posicionamiento del titular del CTA y ex mandamás de la CTERA, Hugo Yasky.
El estatismo oficial derivó en un cuadro insólito: un justicialista medió y permitió la negociación entre Unter y el gobierno. El diputado nacional Jorge Cejas se entrevistó con el ministro José Luis Rodríguez y, después, habló con Saiz. El parlamentario había recogido la inquietud del secretario general del gremio docente, Marcelo Nervi.
Antes de la cumbre de ayer, un encuentro reservado en Roca reunió al paritario Alejandro Betelú con Nervi y Pedro Bichara. Nada quedó en claro. Ayer se amplió el análisis, aunque las posiciones siguen invariables.
Unter descree de la escasez y los números oficiales. Se refugia en la historia, que recuerda que siempre apareció la plata.
El gobierno no puede -ni sabe- construir otra alternativa.
El diálogo de ayer llegó tarde. Ya se frustraron dos semanas de clases y Río Negro sigue atrapada con los cortes impuestos por el gremio docente.
Hay impotencia y enfado general. Hay inexplicable ausencia protagónica de los padres. Hay un reclamo inestable y anarquizado. No hay propuesta ni rumbo gubernamental.
Nada está hecho aún.
ADRIÁN PECOLLO
pecollowa@yahoo.com.ar