-Los esperamos en el Congreso.
-Iremos a dar el debate por las retenciones. Ahora, el reto es dirimir fuerzas en octubre.
-Allí estaremos.
La presencia, en lugar del mozo que servía café -y la exhortación de acordar con papeles en la mano y sin tocar los impuestos a la exportación de soja, para "evitar que se queme la pradera"-, de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sorprendió el martes a los cuatro dirigentes de la Mesa de Enlace agropecuaria.
En un marco de desconfianza aún no disipado -pero habría que ser un mono con navaja para no cumplir lo firmado cuando ya sonó la campana de largada electoral- el gobierno hizo "el máximo esfuerzo posible" en materia de carnes, lácteos, trigo y economías regionales. Dejó parcialmente conformes a las entidades que amenazaban con no contener a las bases, ansiosas por volver a los cortes de ruta, tan impopulares hoy.
Productores del interior hicieron saber su descontento e incluso cuestionaron a sus representantes. A Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, llamativamente el más conciliador, lo corrió por izquierda el líder entrerriano Alfredo de Angeli.
Luego de un entredicho radial de subido tono, se amigaron para la foto de la prensa... y para tratar de borrar la sonrisa que se le pegó a Néstor Kirchner, apostador fuerte a la división.
A Mario Llambías, de CRA, lo rebenqueó por derecha Pedro Apaolaza, de la poderosa confederación de la provincia de Buenos Aires.
Es de presumir, entonces, que habrá idas y vueltas, chispazos y protestas, aunque el conflicto encontró un cauce en el Ministerio de Producción de Débora Giorgi.
Paralelamente, la mesa de enlace empezó a abroquelarse en el Congreso con las dos vertientes opositoras: la que conduce "Lilita" Carrió, de la Coalición Cívica asociada a la UCR y al Partido Socialista, y la "triple alianza" del peronismo disidente, integrada por Felipe Solá, Francisco de Narváez y Mauricio Macri.
Allí los chacareros darán la lucha para buscar una solución a las retenciones a la soja que -afirman- los están asfixiando. Saben que Cristina instruyó a sus dos escuderos, Agustín Rossi en Diputados y Miguel Pichetto en Senadores, a no dejar pasar proyectos que bombardeen el plan económico y político.
"Seremos celosos custodios del esquema fiscal y de los incentivos para preservar el empleo. No avalaremos ninguna aventura. El tipo de cambio es hoy un 20% más competitivo que el año pasado y eso lo deben evaluar los productores en medio de esta crisis internacional terrible", anticipó a "Río Negro" Pichetto luego de hablar con Cristina.
El derrumbe en Estados Unidos, es evidente, abre un panorama incierto. La caída bursátil de 1930 demandó 25 años para estabilizar los mercados. La mucho más atenuada de 1970, más de una década. A la hecatombe actual no se le ve el final, por lo que debería conjeturarse que la recuperación llevará mucho tiempo de arar en el desierto.
En el Parlamento no le será fácil al antikirchnerismo unificar proyectos y explicar de dónde sacar recursos para auxiliar a los sectores más desprotegidos. Aquí se apoya electoralmente el matrimonio Kirchner, pues contabiliza grandes pérdidas en los estamentos rurales y medios. Aunque a estos últimos todavía intentará seducirlos. ¿Cómo? Son inminentes la reestatización del Banco Hipotecario Nacional y la apertura de créditos para la vivienda a una tasa subsidiada, con los aportes millonarios de la Anses dirigido por Amado Boudou.
Además el kirchnerismo tratará de insuflar miedo. Apelará a la incapacidad de gobernar de sus detractores y pondrá en letra de molde la actitud de asambleístas que encabezan la toma de bancos (el proceder de De Angeli fue comparado con el asalto de una comisaría que hizo hace unos años el kirchnerista D´Elía).
El empresario De Narváez, afecto a las encuestas, reconoció que se habían "pasado de rosca" cuando despotricaron contra el gobierno en el momento en que se abría el diálogo y la chance de alcanzar el consenso a través del consejo económico y social.
En sintonía subterránea con el santafesino justicialista Carlos Reutemann, la "triple alianza" (nombre que aborrece Solá) propondrá un plan de retenciones para la soja, con una curva ascendente cuando el precio internacional suba y descendente cuando baje. Privilegiará la segmentación para los pequeños y medianos productores.
"Una retención cero como propone Carrió es una locura. Se desfinanciaría el Estado y eso sería irresponsable", señala esta tríada con aspiraciones de presentarse como alternativa seria de gobierno.
Al kirchnerismo se le escapan los sectores progresistas.
En Catamarca, donde hoy habrá elecciones provinciales, Kirchner se atrincheró con el peronismo duro. Un sindicalista que abrevó en las frías aguas de la pingüinera confesó que el ex presidente "consulta pero no escucha los consejos de nadie. Cada vez está más aislado y no trepida en juntarse con lo peor".
El enganche con la CGT de Hugo Moyano se mantiene firme porque los gremios han recibido enormes beneficios vía salarial o a través del crecimiento de los fondos de sus obras sociales.
Son los intendentes del conurbano bonaerense los que más votos le pueden aportar a Cristina. A Kirchner le preocupa que a la hora de la verdad esas voluntades, alentadas por su enemigo Eduardo Duhalde, vayan para los peronistas Solá y De Narváez.
ARNALDO PAGANETTI
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar