Los docentes no lo dirán a viva voz por temor a represalias, pero hay sectores del gremio que los intimidan para que se sumen al paro y a los piquetes que -por lo ambicioso del esquema- demandan mucha más gente. Y lo hacen de una manera que no se parece a una persuasión precisamente.

Ayer, a maestros de una escuela de Roca se les exigía que firmen una planilla de asistencia a una misa por la salud de los dos dirigentes accidentados. Supervisores son presionados para no elevar al gobierno las ausencias en las aulas. A algunos docentes que dan clases en escuelas privadas y hacen paro en las públicas se les pide que no vayan tampoco a las primeras. Hay directores que son compelidos a cerrar escuelas. También los presionan para que no se hagan (o directamente impiden con insultos y agresiones) las asambleas de cargos. Hay nada menos que 4.000 sin cubrir. Por ello, una directora en Los Menucos se animó a acusar de patoteros a "los colegas" de Unter. Ayer "escracharon" con pintadas la casa de una de las directoras del nivel primario de Cipolletti.

Es penoso: hay grupos que no toleran el respeto a la libre decisión de un afiliado.